No sé si el general Eduardo León Trauwitz es inocente o culpable. No sé si es el alto mando militar que facilitó la operación de los huachicoleros en Pemex durante el sexenio pasado, en el que se rompieron todos los récords de robo de combustible. No sé si es el chivo expiatorio del presidente López Obrador para esconder sus fracasos en Petróleos Mexicanos y en su supuesta lucha contra el huachicol.
Ayer lo entrevisté en W Radio. El general León Trauwitz no había hablado en cinco años del proceso en su contra, desde que el gobierno actual lo acusó mientras decretaba una lucha contra los ladrones de combustible y dejaba sin gasolina a todo el país al arranque del sexenio cuando hubo filas de kilómetros para poder tener un poco de gasolina. Gente durmiendo, peleando en las filas. Estaciones cerradas, pérdidas millonarias. Con eso se estrenó el gobierno de AMLO.
Me dijo que era inocente, que le mintieron al presidente su director general de Pemex y su secretaria de Energía, que su caso sirvió para esconder una de las primeras negligencias de este gobierno: no haber comprado gasolina al extranjero y tenerse que inventar una lucha contra el huachicol cuando en el fondo no había gasolina que distribuir en el país. Y que esto queda demostrado con la gran tragedia impune de esta administración: la muerte de 137 personas en Tlahuelilpan por la explosión de un ducto de Pemex.
Que después de que lo acusaron en la mañanera, lo recibió el general secretario de la Defensa, Luis Cresencio Sandoval, muy amable en su oficina, lo escuchó pero no le dijo nada. Que de este gobierno le ofrecieron ser testigo protegido porque querían que ligara con delitos a un funcionario de Peña Nieto con una de Calderón, pero él no aceptó porque no le consta. Que cuando lo procesaron formalmente, cortaron comunicación con él todos sus amigos militares. Que Peña Nieto fue su jefe, pero no lo puede considerar su amigo. Lo mismo Emilio Lozoya.
Que escogió Canadá para refugiarse porque ahí estudiaba su hija y tenía avanzado un proceso de residencia legal. Me dijo que no era un hombre rico, que en su expediente sólo lo acusan por un préstamo de 400 mil pesos, y que en Canadá trabajó como intendente de limpieza en una empresa de alimentos. Ya se le venció su permiso de trabajo.
Su decisión de conceder una entrevista después de cinco años no puede estar sustraída de tres datos de contexto. Primero, el sexenio está en su recta final, hay campañas presidenciales y se viene una transición que puede cambiar todo. Segundo, que hace unos días Canadá accedió a iniciar el proceso que podría conducir a su extradición a México, cosa que el obradorato festejó como un triunfo definitivo y el equipo de abogados del general ha tratado de desinflar. Y tercero, que su caso aparece en el grueso expediente contra el expresidente de la Suprema Corte, Arturo Zaldívar: asegura que presionó a jueces para fallar en su contra, y visibilizar su expediente, robustece su defensa.
Mientras tanto, en la agonía del sexenio, Pemex reporta que el año pasado hubo el mismo número de tomas clandestinas de huachicol que en el 2018 (casi 15 mil). Pemex también reporta que su producción de petróleo es 200 mil barriles diarios menos que cuando llegó AMLO. Le inyectaron 2 billones de pesos, pero la deuda de Pemex sólo bajó de 105 a 101 mil millones de dólares. Sus bonos siguen siendo casi basura. Y la gasolina que prometieron a 10 pesos el litro cuesta 24.