En el cuarto de guerra de Claudia Sheinbaum hablaron durante la campaña de qué podrían hacer con la “papa caliente” que representaban los tres hijos mayores del presidente López Obrador.
Empapados en escándalos de corrupción, tráfico de influencias y conflictos de interés, y evidenciados haciendo negocios –“coyoteando”, pues– contratos del gobierno de su papá, representaban un galimatías con el que Sheinbaum no quería cargar así de fácil. Más aún, cuando la corrupción de los hijos de AMLO se volvió uno de los temas con los que Xóchitl Gálvez hizo trastabillar a Claudia Sheinbaum en los debates presidenciales.
La solución llegó el 2 de junio. Me revelan fuentes del equipo cercano a la futura presidenta que con el inesperado triunfo de Morena en la Ciudad de México se abrió una ventana para canalizar ese galimatías: la nueva jefa de Gobierno, Clara Brugada, recibiría endosados a los tres muchachos para que El Clan se mantenga vivito y coleando, de entrada, cobijado en jugoso presupuesto de la capital del país.
Es bien conocido que como un servidor ha sido enfático en evidenciar la corrupción en el círculo más íntimo del presidente de México, López Obrador ha emprendido una venganza que empezó con una metralla de calumnias, ha pasado por denuncias ante la FGR y ahora va en una investigación de la UIF. Todo, con el propósito de intimidar y callar.
Ayer, en la mañanera, otra vez el Presidente —ahora potenciado por la señorita de las mentiras— me atacó, calumnió e insultó. Dijo que no es persecución a la libertad de expresión la que ha emprendido contra Latinus y sus periodistas con una investigación de la UIF.
Permítame explicarlo con manzanitas:
Si no investigas el cash que recibieron en sobres amarillos clandestinamente los hermanos Pío y Martín López Obrador, y sí investigas a los periodistas que lo revelaron… eso es persecución. Si no investigas al amigo íntimo de los hijos del Presidente, Amílcar Olán, que en grabaciones telefónicas confiesa el tráfico de influencias y los miles de millones que recibe en contratos del gobierno, pero sí investigas a los periodistas que lo revelaron… eso es persecución. Si no investigas al hijo José Ramón con su inexplicable riqueza y su mansión en Houston, pero sí a los periodistas que lo revelaron… eso es persecución. Si no investigas a los hijos Andy y Bobby, implicados en una evidente trama de tráfico de influencias documentada con grabaciones y contratos, pero sí investigas a los periodistas que lo revelaron… eso es persecución. Si no investigas a los primos Pedro y Osterlen Salazar Beltrán, grabados en el mismo Clan, pero sí investigas a los periodistas que revelaron los audios… eso es persecución. Y así me puedo seguir. ¿Con eso quedará claro en Palacio o se seguirán haciendo como que respetan la libertad de expresión?
SACIAMORBOS
Por cierto, desde que arrolló Morena, el más provocador de los tres hermanos anda desatado tuiteando, como si tuviera autoridad moral después de chapotear en la alberca de 23 metros y el cine privado de la mansión que habitó en Houston, dándose vida de millonario sin trabajar.