Sergio Carmona se presentaba como empresario interesado en expandir sus contratos de obra pública en los estados gobernados por Morena. Después pedía una pasta. A sus interlocutores los citaba en los restaurantes más exclusivos de San Pedro Garza García, de Polanco en la Ciudad de México, pero sobre todo le encantaba la fina cocina italiana de la Cantinetta del Becco en Santa Fe, porque tenía una ventaja: le quedaba cerca del aeropuerto de Toluca. Ya sea porque él aterrizaba o despegaba, o porque a muchos de sus interlocutores los mandaba “recoger” en su avión privado. En ese momento poco se sabía que Sergio Carmona era en el fondo El Rey del Huachicol.

No necesitaba mucha confianza para soltarse a hablar. A relatar cómo Mario Delgado utilizaba su avión como si fuera autobús de campaña. Cómo otros integrantes del gabinete se lo pedían para lucirse con sus parejas. Cómo había inyectado millones en efectivo a varias candidaturas ganadoras de Morena. Así me lo revelan varios que interactuaron con él.

Carmona se sentía en una posición privilegiada hasta que lo mataron en una barbería de San Pedro, Nuevo León. Su círculo íntimo siempre dejó correr la versión de que lo mandó matar “el gobierno” porque necesitaba su silencio. Hoy su caso se ha vuelto protagonista de la campaña desde que la candidata presidencial opositora puso el dedo en esa herida aún abierta en Morena: Mario Delgado y el Rey del Huachicol.

Conforme crece la ola de acusaciones contra el dirigente nacional morenista, hay nombres que no deben ponerse de lado.

Ricardo Peralta, uno de los varios directores de Aduanas en este sexenio que ha dejado el cargo bajo acusaciones de colusión con el crimen, pero gozando del manto de impunidad que les provee el presidente López Obrador, y dos de sus operadores centrales: Juan Carlos Madero y César Reyna. Madero era jefe de Operación aduanera. Reyna director de Tecnologías de la Información. Revelan las fuentes muy bien informadas que les repartieron las estaciones aduaneras del norte del país. Lo dividieron en dos: Juan Carlos Madero desde Colombia, Nuevo León, hasta Reynosa, Tamaulipas; y César Reyna desde Mexicali, Baja California, hasta Piedras Negras, Coahuila. Cuentan que ya no están directamente en los cargos, pero siguen metidos… y bajo las peores sospechas.

SACIAMORBOS

Alfredo Del Mazo presume a quien lo quiere escuchar que tiene un sitio garantizado en el eventual gabinete de Sheinbaum. Mantiene bajo perfil porque sabe que su nombre podría ser un misil recurrente: Del Mazo es un ícono del Grupo Atlacomulco. La declinación a favor de Sheinbaum de Alejandra del Moral, excandidata priista al gobierno mexiquense elegida por Del Mazo, se atribuyó al exgobernador y al pleito que sostiene con el dirigente nacional del PRI, “Alito” Moreno, cuyo estilo ha motivado renuncias de alto perfil. Otro que se siente en el gabinete de Sheinbaum es Alejandro Murat, que carga con la misma controvertida genética tricolor.

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