José Ángel Anzurez Galicia se enteró rápido de su destino: se tenía que ir. Me cuentan que la disputa terminó a gritos. Era un golpe hasta familiar, porque según las denuncias, su esposa le ayudaba desde un Starbucks cercano al Indep a recaudar los moches.
El Indep publicó un contundente comunicado: “al tener conocimiento de la nota periodística y ante la probable comisión de algún acto indebido, nuestro Director General (Ernesto Prieto), de forma inmediata, instruyó dar vista a las autoridades competentes, con la finalidad de que éstas procedan según normativa… el servidor público involucrado, con fecha 22 de marzo del presente año, tomó la determinación de renunciar a su encargo, lo anterior, con la finalidad de facilitar las investigaciones que la autoridad realice”. Y remata que el Indep “reprueba cualquier acto que altere o vulnere el correcto ejercicio de los encargos, por lo que nos comprometemos a dar seguimiento en el deslinde de las probables responsabilidades que se deriven del presente asunto”.
Este comunicado compromete al Instituto a seguir investigando. La denuncia de varios trabajadores víctimas de Anzurez Galicia está siendo llevada por el Órgano Interno de Control del Indep, al cual, por cierto, en próximos días llegará una mujer que tiene en su currículum haber realizado la investigación del fraude del sexenio en Segalmex y la aprehensión de varios funcionarios por el desvío de cosa de 15 mil millones de pesos simulando compras de alimentos.
Si bien el Indep ha sido señalado de ocultar la corrupción de sus más altos directivos (denunciada por los propios altos mandos del Instituto), en este caso en particular su reacción ha sido extraordinaria hasta ahora: frente a la denuncia documentada de corrupción, actuó fulminantemente. Ojalá siga por esa ruta y siente precedente con el resto del obradorato, porque eso es lo que Andrés Manuel López Obrador prometió que iba a hacer al llegar al poder. No ha actuado así. Estaría realmente bajando la corrupción: los índices marcan lo contrario.
El Presidente y la inmensa mayoría de su gobierno, cuando se les confronta con escándalos de corrupción documentados (en papel, en audio, en video), tienen como reflejo inmediato, como única reacción, calumniar al periodista, descalificar al medio de comunicación. Si la denuncia llega de activistas, científicos, cineastas, padres de familia de niños con cáncer, madres solteras, víctimas de la violencia, lo mismo: el Presidente ataca al que exhibe la corrupción y protege al corrupto. ¿Cuántos casos no le vienen a la mente como ejemplo?