Después de no tener contacto alguno por cinco años, el entonces presidente Enrique Peña Nieto quiso mandar un mensaje al líder opositor Andrés Manuel López Obrador . Varias personas se lo habían recomendado: vienen las elecciones en el Estado de México, es tu estado, tienes que hablar con Andrés Manuel, está muy fuerte Morena y él está creciendo mucho para la sucesión de 2018.
Peña Nieto estaba vapuleado, arrinconado. Era su quinto año de gobierno y desde el doble golpe Ayotzinapa/Casa Blanca no había podido articular narrativa ni gobierno, discurso ni administración. Su poder estaba casi extinto y a él no se le veía con capacidad de darle la vuelta a la situación: llevaba tres años noqueado políticamente, acumulando escándalos de corrupción, con dos oposiciones enardecidas (el PAN de Anaya y Morena de AMLO) y con su equipo dividido por la sucesión.
Sus consejeros recomendaron a Peña tender puentes con López Obrador. Incluso algunos se ofrecieron como intermediarios. Escogió a dos: un político, amiguísimo de él, uno de sus principales operadores en el sexenio; y un empresario poderoso e influyente, también de su estrecho círculo de querencias.
Ambos tenían relación e interlocución con AMLO.
El presidente Peña mandó a su opositor López Obrador un mensaje por esas dos vías: vamos a reunirnos. La respuesta del tabasqueño fue clara: no… por ahora. Le mandó decir de regreso que le demostrara respeto en la elección del Edomex, que le ganara a la buena o aceptara su derrota a la buena, y que en función de eso, podría darse otro contacto. Faltaban pocas semanas para la elección en el Estado de México entre Delfina Gómez y Alfredo del Mazo .
El resultado de esa elección favoreció al priista Del Mazo, pero López Obrador no incendió el Estado, no bloqueó el Paseo Tollocan , no hizo más allá de lanzar dos o tres declaraciones sin mayor peso. Es decir, AMLO terminó evaluando que Peña Nieto se portó bien y que se la ganó a la buena. Todo esto, relatado por fuentes de primer nivel.
Así que después de la contienda mexiquense, ya de cara a la campaña por la Presidencia, continuaron los contactos. Se había logrado establecer una línea de comunicación entre el presidente en funciones y el que sería su sucesor.
SACIAMORBOS
Está claro que López Obrador tiene deseos de relevar a su secretaria del Trabajo, una de las jóvenes del gabinete, Luisa María Alcalde . Cuentan que por lo menos a tres personas ya les ofreció esa dependencia, y las tres declinaron. Al cabo que en la propia “ 4T ” saben que la verdadera titular de la Secretaría no es ella, sino su papá, uno de los orgullos de la izquierda sindical, Arturo Alcalde Justiniani . Casualmente, la oficina de la secretaria del Trabajo tuvo mudanza en este sexenio. Estaba en Paseo de la Reforma y ahora está en la colonia Narvarte, mucho más cerca de un famoso y conocido despacho, en esa misma colonia, donde según dicen los que saben, trabaja el papá y se mueve el verdadero poder de la dependencia.