Para los estándares del obradorismo, este domingo se cometerá el fraude electoral más grande del siglo. Hace muchos años no habíamos tenido enfrente una elección con tantas evidencias de fraude. Hace muchos años no se llevaban a cabo en México unas elecciones con tantas irregularidades:

La elección fue aprobada a partir de una ley en donde se usaron los instrumentos del Estado para juntar los votos necesarios en el Congreso: se les asignaron más legisladores que votos, se corrompió a un integrante de la oposición (intercambiando su voto por desaparecer las órdenes de aprehensión en su contra) y se desapareció a otro. Se hizo una reforma del Estado sin el menor consenso de la oposición (hasta Zedillo cuando cambió la Suprema Corte hace 30 años, tuvo respaldo opositor). Se aprobó una reforma constitucional para decir que el ciudadano no puede presentar ninguna defensa legal frente a una decisión aprobada por la mayoría legislativa.

Se engañó al pueblo diciendo que serían los ciudadanos quienes escogerían a sus jueces, pero los encargados de definir quiénes podían ser candidatos fueron comités integrados en su mayoría por personas cercanas al gobierno. En el registro de candidatos hubo un mosaico de irregularidades: nombres repetidos, nombres incompletos, datos personales incompletos, personas que no cumplían los requisitos, pero fueron avaladas, personajes que se quejan que fueron bloqueados a pesar de cumplir con los requisitos, el proceso de tómbola para seleccionarlos falló, no se entregaron a tiempo las listas de candidatos. Esto tuvo como resultado que la inmensa mayoría de los candidatos son afines al gobierno. El gobierno y su partido han hecho descaradamente campaña a favor de ellos, usando recursos públicos. Se descubrió que hay candidatos vinculados a los cárteles de la droga, y aun así competirán este domingo.

Se instalarán menos de la mitad de las casillas que habitualmente se instalan. Por como las distribuyeron, el voto no valdrá lo mismo en todos lados. Estamos a cinco días de las elecciones y la mitad de la gente no sabe cuándo son. Y quienes sí saben cuándo es, no saben cómo votar ante lo complejo de la boleta. Los candidatos no tuvieron presupuesto ni tiempo para presentarse ante el electorado. La inmensa mayoría de los electores no pueden decir siquiera los nombres de 3 de los 5,379 candidatos. Se espera una participación de entre el 10 y el 20% del padrón electoral, lo cual es apenas una tercera parte de quienes participan en una elección presidencial. Para inflar la cifra de participación, se ha documentado que gobernadores afines al régimen están preparando una gigantesca operación para acarrear gente a votar el domingo. También se ha documentado que funcionarios públicos y operadores de Morena están repartiendo “acordeones” para inducir el voto de la gente a favor de los candidatos del oficialismo.

Se registró un número desproporcionado de “observadores electorales”. Con el paso de los días, el INE descubrió que los partidos estaban disfrazando de “observadores electorales” a operadores políticos: 25 mil fueron descalificados porque eran militantes de la coalición gobernante. En contra de la práctica reinante en los últimos 30 años, las boletas sobrantes no se van a invalidar, no serán los ciudadanos funcionarios de casillas quienes cuenten ahí los votos, no se exhibirá afuera de cada casilla el resultado de la elección en ese lugar, ni habrán PREP y conteo rápido para adelantar ganador, por lo que el INE no dará a conocer resultados esa misma noche. Hay 437 candidatos que “competirán” en las elecciones de este domingo pero que por razones matemáticas y de género, en realidad no están compitiendo: 133 ya ganaron pase lo que pase y 201 ya perdieron pase lo que pase.

El resultado ya lo sabemos: va a ganar el gobierno, como en las elecciones de Maduro en Venezuela, o las de Cuba, o las de Nicaragua. Este domingo, la inmensa mayoría de los ganadores serán afines al gobierno y el gobierno controlará el Poder Judicial. El clímax de la ilegitimidad es que un amplio sector de la sociedad y la oposición partidista han anunciado que boicotearán la elección y no participarán.

No tienen escapatoria: el movimiento político que se presentó como la más grande víctima de los fraudes electorales hoy está cometiendo el fraude electoral más grande del siglo.

Peor aún: el movimiento político que se construyó a partir del rechazo a la dictadura de partido único consolidará este domingo su conversión en una dictadura de un solo partido.

historiasreportero@gmail.com

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