En uno de los momentos más difíciles del sexenio, el empresario Daniel Chávez, dueño del gigante turístico Grupo Vidanta, lanzó un salvavidas al presidente López Obrador: días después de que se reveló que su hijo José Ramón vivía como millonario sin que se le conociera empleo, una empresa de la familia de Chávez emitió un comunicado diciendo que trabajaba para ellos en Texas.
Muy pronto se descubrió que se trataba de un empleo hechizo en una empresa hechiza: su página web tenía unas horas de haberse creado, se habían “pirateado” las fotografías de los proyectos inmobiliarios que promocionaba como propios, sus supuestas oficinas despertaron polémica por inconsistencias y no había registro de que el abogado José Ramón López Beltrán contara con la licencia de la barra texana para ejercer.
Daniel Chávez
no logró lo que buscaba: desacreditar el reportaje que exhibía los lujos del primogénito del presidente. Pero lo intentó. Y para un presidente que le gustan tanto los “dichos”, la intención es lo que cuenta.
Se ve que quedó muy agradecido con Daniel Chávez Morán, un hombre de negocios verdaderamente cercano a López Obrador: lo apoyó en sus aventuras de campaña y cuando finalmente ganó, AMLO lo invitó a la significativa cena privada en su departamento la noche del triunfo, lo integró a su consejo asesor empresarial y le encomendó supervisar el Tren Maya.
Así que bajo el manto del “amor con amor se paga”, López Obrador ha correspondido a Chávez Morán su esfuerzo y lealtad en el caso de la “casa gris”. Se ha emprendido desde Palacio Nacional una campaña de desprestigio contra los dos principales competidores de Grupo Vidanta: Grupo Xcaret y Grupo Palace.
Tan sólo en las semanas recientes, López Obrador ha atacado seis días a Xcaret en su conferencia mañanera, acusándolo de devastación ecológica. Incluso el vocero presidencial, Jesús Ramírez, tuiteó el 27 de abril acusando a Xcaret de “ecocidio”. “La empresa perforó cenotes, desvió ríos subterráneos y creó canales artificiales”, publicó el portavoz del primer mandatario mexicano.
En el mismo sentido, el pasado 25 de abril, un reportero de la conferencia mañanera del presidente acusó —muy al estilo de la mañanera— al dueño de Grupo Palace de haber recibido contratos por 178 millones de pesos en el sexenio de Felipe Calderón para hacer obras que nunca entregó. El reportero remató: “este empresario hotelero es uno de los ambientalistas altruistas que denunciamos hace 15 días y el cual aporta dinero a los que están en la campaña de oposición del Tren Maya ”. El presidente, quien le pidió repetir el nombre del dueño de Palace como para machacar, sentenció de inmediato: “es que se dedicaban a saquear, a robar y había impunidad”. El empresario hotelero aclaró después, por su lado, que su negocio es meramente turístico y que jamás ha tenido contratos de obra porque no se dedica a la construcción. Nada que le importe a López Obrador: el golpe estaba dado. No faltará quien, con dos gramos de malicia, diga que pasó de presidente a cabildero de Vidanta.