Ambos tienen un gran carisma y supieron traducir la simpatía de la gente en votos. La propuesta central de sus campañas presidenciales fue la lucha contra la corrupción y se quejaron de que las élites de su país los atacaban por eso.
Como candidatos, desdeñaron a los medios de comunicación tradicionales, pero les gusta el reflector y son muy hábiles frente a las cámaras. Le apuestan a una comunicación directa con la gente subiendo videos informales a sus redes sociales.
Los dos han capitalizado electoralmente la idea del servicio a la gente: uno con los “Siervos de la Nación” y el otro con el “Servidor del Pueblo”, nombre de su serie y partido político. Los dos crearon su propio partido político para poder lanzarse como candidatos presidenciales.
Supieron construir en el imaginario público un personaje que los llevó a la Presidencia: el de un hombre sencillo al que no le interesan los lujos y que continuamente critica la corrupción dentro del gobierno.
Visto así, parece que López Obrador hizo campaña como Zelensky. El problema es que parece que se le antoja gobernar como Putin.
Sus instintos van en esa dirección. Y así, a contrapelo del mundo, el presidente mexicano exuda simpatía hacia el tirano ruso: dudó en condenar su invasión, se niega a sumarse a las sanciones comerciales y dice que quiere tener buenas relaciones con él.
Esta fascinación de López Obrador por los autócratas ha tenido que ser contenida con las herramientas de la política exterior mexicana: el canciller, Marcelo Ebrard, y el embajador en la ONU, Juan Ramón De la Fuente, han tenido que actuar con la claridad de la que carece el mandatario mexicano en sus conferencias mañaneras. Mientras el presidente coquetea políticamente con Putin, la posición oficial de México es firme en la condena a la invasión.
Por cierto, otra coincidencia. Cuando ya estaba en el poder, al presidente ucraniano, Volodimir Zelensky, una investigación periodística le reveló propiedades incómodas en Londres. A López Obrador, en Houston…
SACIAMORBOS
1.- En un solo día: el dueño de Vidanta visita Palacio Nacional, se descubren dos nuevos contratos por 5,000 millones sin licitación para Baker Hughes en Dos Bocas, y Pío demandó que se archive su caso. El pañuelito blanco está más negro que nunca.
2.- Cuentan en el Congreso que Jorge Emilio González, dueño del Partido Verde, ya está pidiendo la curul a su diputado federal Luis Martínez. Dicen que llegó como un gesto del PVEM al consejero jurídico, pero pues ahorita el viento ya sopla en contra.
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