Washington, D.C.- El objetivo desde el primer momento fue evitar que López Obrador y Trump tuvieran algún roce. Con eso en mente negociaron los equipos de ambos la agenda, los temas, los tonos y las reuniones. Para lograrlo, acordaron dejar fuera dos de los puntos centrales de la relación México-Estados Unidos: seguridad y migración.
Fuentes de la Casa Blanca que participaron en los preparativos del primer encuentro entre los presidentes de México y Estados Unidos me confirmaron que la idea siempre fue evitar cualquier cosa que pudiera disparar la personalidad explosiva que comparten ambos mandatarios.
Por eso planearon cuidadosamente que en ningún momento de la conversación privada que sostendrían AMLO y Trump pudieran surgir temas como los migrantes, los dreamers, el tráfico de drogas, el de armas, o cualquier otro que significara alguna incomodidad.
Los negociadores de la Casa Blanca, el Departamento de Estado, la Cancillería mexicana y las embajadas de ambos países llegaron a la conclusión de que lo mejor era de plano evitar la conferencia de prensa e incluso no realizar ni siquiera la tradicional entrada de un pull de prensa un par de minutos a la Oficina Oval para tomar las fotos de los mandatarios antes de su plática privada. No querían que por ahí alguien soltara un “¿quién va a pagar por el muro?” y todo se descompusiera.
Así que sólo habría discursos controlados. Y sólo hablarían del nuevo tratado comercial, T-MEC , y de la pandemia.
Cuando estuvieron frente a frente dentro de la Casa Blanca, sin reporteros ni fotógrafos que pudieran romper la armonía planeada, comenzaron a conversar como “dos amigous”, según la descripción de las fuentes consultadas.
Trump le contó a AMLO l a estrategia que ha usado para enfrentar la pandemia y luego AMLO habló de la suya. No hubo nadie que les recordara que sus gestiones califican entre las peores del mundo en enfrentar al coronavirus, así que siguieron platicando a gusto. Hablaron entonces de la relación comercial, el T-MEC y las oportunidades que abre para la región. Todo terso, como lo querían.
Para sellar la plática privada, se dio el intercambio de bates de béisbol.
Luego entraron las comitivas. Tomaron la palabra Trump y en seguida AMLO. Luego el vicepresidente Mike Pence y el canciller Marcelo Ebrard . Como Pence es el jefe del equipo designado por el gobierno de Estados Unidos para enfrentar la pandemia, ofreció ayudar a México si necesitaba algo. Ebrard le aceptó la oferta y le pidió su colaboración para conseguir más pruebas diagnósticas y para asegurar que cuando exista una vacuna o un tratamiento, nuestro país tenga acceso rápido a ellos.
Hablaron brevemente por el lado estadounidense el secretario de Comercio Wilbur Ross , el representante comercial Robert Lighthizer y el super asesor y yerno de Trump, Jared Kushner. Por México, el jefe de la Oficina de Presidencia, Alfonso Romo; la secretaria de Economía, Graciela Márquez, y la embajadora Martha Bárcena.
Hubo una ausencia importante en esa sesión. No fue casualidad. Desde las primeras conversaciones México vetó al poderoso asesor Steve Miller, el halcón antiinmigrante y antimexicano que le habla al oído a Trump en los temas que, precisamente, se dejaron fuera de esta reunión. A la cena con los empresarios sí asistió pero estuvo aislado casi en un rincón.
SACIAMORBOS
El intercambio de regalos estuvo cerca de descarrilarse. López Obrador escogió traerle a Trump una pelota y un bat de beisbol decorados con arte huichol. Pero al aterrizar en Washington se dieron cuenta que se dañó durante el vuelo. Fue reparado gracias a los buenos oficios de un trabajador de la embajada mexicana en Washington que, conocedor del oficio artesano, restauró las chaquiras desprendidas.