Uno a uno. Sólo los buenos mueren jóvenes. Y la vida sigue sin ti. ‘Only the good die young’, Queen, 1998
‘Nos duele en el alma’, dijo la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Clara Brugada Molina, ante el asesinato de sus cercanísimos colaboradores, Ximena Guzmán Cuevas y José Muñoz Vega, el 20 de mayo.
Más allá de un estado de ánimo, sus palabras describen una realidad. Además de sus responsabilidades específicas en la estructura, Ximena y Pepe eran para Clara colegas entrañables, un oasis, un remanso de confianza y soporte personal en medio del stress y la tensión brutales del quehacer público.
Los asesinatos ocurrieron a plena luz del día, en el centro neurálgico de la urbe, a 4 kilómetros del Zócalo, con un timing quirúrgico, en martes, día dedicado a seguridad en la conferencia mañanera de la Presidenta de la República, estando presentes el Secretario de Seguridad, la Secretaria de Gobernación, y los mandos militares y navales.
Estuve en la agencia funeraria donde se despidió a Ximena y a Pepe. Decenas de personas de la Unión de Colonos de San Miguel Teotongo, de Iztapalapa, alumbraron veladoras en señal de duelo. ¿Por qué a ellos? clamaban al cielo. Mostraron una cartulina con un mensaje que me llegó hondo: ‘su ausencia duele, su memoria inspira, su causa continúa’. De manera premonitoria, sus restos fueron velados en la llamada ‘Sala de la Eternidad’.
¿Por qué y para qué? Muy poco o nada sabemos sobre el móvil de los asesinatos, pero los indicios hasta hoy apuntan a una venganza por operativos realizados por fuerzas de seguridad contra bandas del crimen organizado en la CDMX.
¿Qué acciones del gobierno de la ciudad se pretende nulificar o revertir? ¿Qué proyecto buscan dinamitar?
A quienes vivimos en la CDMX, hoy nos tocó sentir en carne propia lo que han vivido durante mucho tiempo, de manera brutal, los habitantes de Tijuana, Ciudad Obregón, Culiacán, Reynosa, Fresnillo, Colima, Uruapan, Irapuato, Chimalhuacán, Chilpancingo y Villahermosa, entre muchas otras. Lo preocupante es que la presencia y operación del crimen organizado se llega a normalizar y naturalizar.
La violencia criminal sega vidas y segrega a la convivencia ciudadana. Da pie a que prevalezcan las guardias privadas, los espacios confinados, el sálvese quien pueda con sus propios medios.
El brutal ataque hace obligatorio preguntarse qué quiebres de seguridad ha provocado la infiltración territorial del crimen organizado en la CDMX.
En la carta que la presidenta Sheinbaum envió el 4 de mayo al Consejo Nacional de Morena, el punto número nueve dice textualmente: ‘No puede haber colusión con la delincuencia, ni organizada ni de cuello blanco’. ¿Por qué sintió la necesidad de decirlo explícitamente?
El crimen organizado aparece en la elección judicial: hay candidatos a jueces con nexos en el narco. En el huachicol fiscal: sostienen alianzas con funcionarios de aduanas y de las administraciones portuarias. En al menos media docena de estados hay evidencias de financiamiento de campañas electorales con dinero ‘caliente’.
Ximena Guzmán y José Muñoz eran muy capacitados, de gran responsabilidad, comprometidos con un proyecto de ciudad incluyente; compartían la idea de que la seguridad de cada persona está interconectada con la seguridad de los otros. Mi más profunda solidaridad y un abrazo afectuoso a Clara Brugada.
Profesor asociado en el CIDE @Carlos_Heredia
Carlos Heredia Zubieta