El objetivo del desarrollo es hacer de nuestros países lugares habitables, donde los ciudadanos puedan ganarse la vida con dignidad.
Se pensó que el Plan de Desarrollo Integral (PDI) México-El Salvador-Guatemala-Honduras pudiera ser un amuleto contra la migración irregular. Atacar las causas de raíz del éxodo tendría como resultado el abatimiento de los flujos hacia Estados Unidos.
La propuesta de PDI estuvo a cargo de la Comisión Económica para América Latina (Cepal), que advirtió que el objetivo del plan sería buscar el desarrollo expresado en oportunidades de una vida mejor para las grandes mayorías de la población, y no necesariamente frenar la migración hacia el norte.
Hay nuevo gobierno en Guatemala. El presidente Alejandro Giammattei tomó posesión el martes 14 de enero. Estuvieron presentes en su toma de posesión sus vecinos al sur, los presidentes Nayib Bukele, de El Salvador, y Juan Orlando Hernández, de Honduras. No asistió su vecino del norte, el presidente de México. Se hizo representar por el canciller Marcelo Ebrard, altos funcionarios de la Cancillería y nuestro embajador en Guatemala, Romeo Armesto.
La secretaria ejecutiva de la Cepal, Alicia Bárcena, presentó al presidente guatemalteco el texto actualizado del Plan de Desarrollo Integral (PDI), que busca estimular el crecimiento económico, promover acceso universal a los derechos sociales, impulsar la resiliencia al cambio climático, y garantizar los derechos durante todo el ciclo migratorio.
Vaya desafíos en una coyuntura que en los cuatro países está marcada por lo contrario: economías que sirven sólo a un pequeño puñado de personas, violencia sistémica y alta criminalidad, degradación ambiental, y una grave crisis humanitaria por la separación de familias migrantes y la violación sistémica de los derechos humanos.
De manera paralela, el gobierno de Trump presenta su propia propuesta, denominada ‘América Crece’, que es un remake de iniciativas previas con los consabidos programas de infraestructura, energía, construcción, etc, a cargo de empresas estadounidenses y contratistas de su gobierno.
Termina un cuatrienio funesto. El gobierno del presidente saliente, Jimmy Morales, es una ‘herencia maldita’ y el acuerdo migratorio de tercer país seguro con Estados Unidos ‘una manzana envenenada’, comenta el politólogo y jurista Daniel Zovatto.
‘Debió salir de noche, custodiado y en medio de insultos, pero la última noche de Morales no significa el fin de una etapa oscura’, escribió el periodista Gabriel Woltke en www.nomada.gt.
Sin embargo, no hay un nuevo amanecer en Guatemala.
Este nuevo esfuerzo de Naciones Unidas debe complementarse con definiciones de los cuatro gobiernos respecto a cómo aterrizar en proyectos específicos. En el caso de Guatemala no hay mucho lugar para la esperanza; el presidente Giammattei ha puesto a las élites militares, empresariales y de las iglesias evangélicas en la cima de su agenda, sintiéndose cómodo entre los sectores más poderosos y conservadores de Guatemala (http://bit.ly/2TwfVcF).
Los cuatro países tendremos que hacernos cargo de las preguntas difíciles:
1. ¿Puede hablarse de cooperación entre países vecinos cuando cada gobierno en lo individual adopta la política de control migratorio de Trump?
2. ¿Hasta qué punto la cooperación internacional, las fundaciones y la ayuda bilateral estarán listos para contribuir dinero y otros apoyos mientras las élites locales no asumen responsabilidad alguna?
3. ¿Cómo llevar a cabo la conferencia de donantes en Centroamérica cuando el presidente de México ha indicado que no saldrá del país?
4. ¿Se puede tener bajo el mismo mando el control migratorio y la atención a los desplazados?
Portugal toma por separado control migratorio e integración, aquí en México lo juntamos.
Profesor asociado en el CIDE.
@ Carlos_Tampico