¿Para qué quieren al partido? nos preguntó a finales de los años 90, Felipe González, el expresidente del gobierno español, a un grupo de dirigentes y legisladores del PRD, que por entonces vivía mejores días que hoy.

Nos echó en cara: ustedes primero se reparten el dinero, las candidaturas, las prerrogativas y al final ni siquiera se preguntan qué hacer con el partido.

¿Para qué quieren el poder?, cabe preguntar al gobierno de AMLO en el ocaso de su sexenio. No lograron la muy anunciada Cuarta Transformación (4T). La aprobación presidencial con AMLO está en niveles similares a los registrados por Fox, Calderón y Zedillo a estas alturas de sus respectivos sexenios. Sin embargo, la percepción sobre servicios de salud es negativa, mientras que tres de cada cuatro mexicanos creen que hay mucha corrupción con AMLO, y en materia de seguridad 23.2% dice que sigue igual, 27.7% que mejor, y 45.9% afirma que está peor (https://shorturl.at/ejT01).

La violencia barre el país (). La Encuesta Nacional de Victimización y Percepción de Seguridad Pública del Inegi en 2023 confirma que 75 de cada 100 mexicanos se sienten inseguros en la localidad donde viven –el rango va de Yucatán, el mejor posicionado con 37.8 de percepción de inseguridad pública, a 91.9 en Zacatecas, el peor ubicado.

¿Cómo puede alguien aspirar a una vida ‘normal’ en Reynosa, o en Chilpancingo, o en Guaymas, o en Tijuana, o en Poza Rica, o en Uruapan, o en Acapulco? Las personas no se sienten seguras al ir a trabajar, a estudiar, o llevar y traer a los hijos a la escuela.

La seguridad militarizada ha sido una estrategia fallida: a cada crisis despliegan más botas en el terreno, pero los muertos se siguen acumulando.

Ante la multiplicación de las violencias, AMLO dobla la apuesta.

El Presidente quiere más poder para él. Al final de su mandato, envía un paquete de reformas abiertamente inconstitucional para debilitar los medios de defensa con que contamos los ciudadanos frente al poder público. Apunta a dejar como legado un régimen autoritario a su imagen y semejanza. Pretende controlar al Poder Legislativo, socavar al Poder Judicial, desmantelar al INE y al Tribunal Electoral, y eliminar a los órganos regulatorios. Me resuena en la cabeza aquella canción de Molotov en 1997 bajo los gobiernos priístas: ‘Dame, dame, dame todo el power, para que te demos en la madre’.

El estado de Guerrero condensa la gran contradicción de este sexenio: un gobierno omiso, mientras rondan la muerte, la violencia, la pobreza y la manipulación política.

¿Y entonces para qué quiere AMLO el poder?

Ante la inacción del gobierno, los sacerdotes y obispos católicos en ese estado tomaron una decisión extrema: negociar y pactar con el narco una tregua limitada, para que cesen los ataques al transporte público en Chilpancingo, aunque la tregua no se extendió a todo el estado. ‘Es penoso que estas autoridades no hagan nada por pacificar al estado – nos han dejado solos’, dijo el Obispo Emérito Salvador Rangel.

La candidata del gobierno, Claudia Sheinbaum abraza las reformas planteadas por el titular del Ejecutivo federal, que según ella tienen el objetivo de “fortalecer más la democracia”. Ajá.

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