A poco más de seis meses de las elecciones presidenciales del 2 de junio, este arroz no se ha cocido aún. ¿Cómo han evolucionado las variables en juego?
1. El gobierno. Ha evidenciado un alto grado de incompetencia y desmantelado a la administración pública federal, fracasando de cara a sus responsabilidades en seguridad, en salud y en abasto de medicinas. Se niega a reconocer estallidos sociales en Chiapas, Guerrero, Michoacán, entre otros estados, y el alza de la migración indocumentada mexicana a EU. La situación de violencia es dramática —un gobierno ‘progresista’ exige a sus propios funcionarios maquillar a la baja la cifra de desaparecidos. ¿Seguirá limitándose a ser un cajero automático con fuerzas armadas?
2. Los partidos y las candidatas. La gran tentación para Claudia es seguir en el mimetismo: repetir lo que dice y hace AMLO. La gran esperanza para Xóchitl es conectar con la cabeza, el corazón y el bolsillo de los votantes. La gran infatuación de Samuel es pensar que con la mercadotecnia basta.
3. El pueblo / los ciudadanos / los electores. En 2018 AMLO se benefició de su voto duro y de los anti-PRI y anti-EPN. Hoy el voto duro de AMLO sigue allí, pero hay también muchos desencantados. ¿Quiénes pesarán más, los fieles o los decepcionados?
4. El árbitro y el tribunal. Tras el cambio en la composición del INE para seguir el dictum de Palacio, y el recorte a su presupuesto y a su capacidad operativa, ¿tiene condiciones para funcionar en una situación de elecciones muy disputadas? ¿Podrá el tribunal resistir presiones y dar su veredicto libremente si el resultado es adverso al poder?
5. Los medios. Sigue la presión para sacar de cuadro a los críticos y continúan las coberturas favorables bien recompensadas. El periodismo profesional seguirá contando las cosas como son.
6. Las encuestas. Proliferan las encuestas sobre pedido, para subir o bajar candidatos. En la recta final habrá que estar atentos a las encuestadoras serias.
7. Los poderes fácticos. Amplias franjas del territorio son controladas por el crimen organizado, que está listo para intervenir en las elecciones. Mientras tanto, la Guardia Nacional se dedica a contener migrantes, más que a detener delincuentes.
8. La democracia. México ya no es clasificado como un país democrático, sino cada vez más como un régimen político híbrido, con rasgos de autoritarismo, como los intentos de someter al Legislativo y terminar con la autonomía del Poder Judicial.
Agrego dos constataciones:
a) A partir de 2019, en 17 de las últimas 19 elecciones en América Latina ha ganado la oposición. No es un pronóstico, sino, de nuevo, una constatación.
b) La principal motivación para votar en distintas latitudes parece ser el enojo y rechazo de los electores: que se vayan los que están y que vengan otros. En EU, con Biden hay mayor inversión en infraestructura, crecimiento del empleo y de la economía, y alza de los ingresos, y sin embargo va rezagado respecto a Trump.
¿En México son más los que quieren el continuismo de los de hoy, o resultan más numerosos los indignados que quieren desalojarlos votando por la oposición?
Es difícil hacer pronósticos. Muchos mexicanos le seguirán guardando aprecio a AMLO cuando termine su sexenio. Sabemos por la historia que su popularidad personal no necesariamente se traduce en votos a favor de quien quieren que sea vista como su sucesora designada. No tan rápido. La moneda está en el aire.