Con la inteligencia artificial (“IA”) sucede lo que con los hoyos negros del universo: muchos hablamos al respecto, pero sólo muy pocos tienen autoridad para pronunciarse sobre el particular. Yo, por mi parte, me confieso neófito en el conocimiento de una y otros.

Sin embargo, habida cuenta de la manera en que, casi imperceptiblemente, la IA está pasando a formar parte de nuestra existencia, es menester echar un vistazo al modo en que se está inmiscuyendo en nuestras vidas, en general, y en la educación, en particular, así como a sus diversas implicaciones éticas y jurídicas.

En el libro “The Age of AI and our human future”, Henry A. Kissinger, Eric Schmidt y Daniel Huttenlocher afirman que “la IA está transformando la sociedad humana de una manera fundamental y profunda. Nunca antes, desde la Edad de la Razón, habíamos cambiado cómo nos aproximamos a los temas de la seguridad, la economía, el orden y el conocimiento/aprendizaje en sí mismo. …En la medida en que la IA llegue a ser prevalente, algunas personas tendrán a la condición humana como más capaz que nunca de conocer y organizar su entorno. Otras podrán declarar nuestras capacidades menos aptas que lo que habíamos creído. Tales redefiniciones de nosotros mismos y de la realidad en la que estamos inmersos, transformarán suposiciones básicas -y, con ellas, acuerdos sociales, económicos y políticos. …La edad de la IA tiene todavía que definir sus principios organizativos, sus conceptos morales, o su sentido de aspiraciones y limitaciones”.

Por su parte, Bill Gates incluye el descontrol de la IA como una de las cinco amenazas que han de inquietar al mundo de nuestros días, a la par del cambio climático, el bioterrorismo, las pandemias y la guerra mundial.

Pero, ¿cuándo se origina la IA y, grosso modo, en qué consiste? Se pueden trazar sus orígenes a la década de 1950, cuando el científico británico Alan Turing publicó un artículo en torno a si las máquinas pueden pensar, y a 1956, cuando el informático estadounidense John McCarthy organizó un congreso al respecto, en la Universidad de Dartmouth.

En 2019, la Comisión Mundial de Ética del Conocimiento Científico y la Tecnología de la definió la inteligencia artificial como un campo o rama de la Informática que implica capaces de imitar determinadas funcionalidades de la (a partir de un intento de réplica de los circuitos neuronales del cerebro), incluidas funciones cognitivas como la , el , el , la , la interacción e, incluso, la producción de trabajos . Algunos ejemplos de IA son: como ; el o Sir; como el de y ; como el de la de ; y otros juegos como Stockfish y AlphaZero; “chatbots” como ChatGPT; creadores de arte como Midjourney, Dall-e, Leonardo y Stable Diffusion; diversos, en el campo de la salud; e, incluso la conducción de vehículos autónomos como el Tesla Autopilot (cfr. Wikipedia).

En nuestra siguiente entrega analizaremos los efectos y retos de la IA en la educación, así como su imprescindible valoración ética y jurídica, en razón de sus implicaciones en el orden personal y social.

Maestro en Ciencias Jurídicas

Únete a nuestro canal ¡EL UNIVERSAL ya está en Whatsapp!, desde tu dispositivo móvil entérate de las noticias más relevantes del día, artículos de opinión, entretenimiento, tendencias y más.

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Comentarios