Hace ya 15 años, con ocasión de su 70º aniversario, El Colegio de México publicó la obra: “Los grandes problemas de México”. Y, efectivamente, uno de los grandes problemas de México ha sido y es la educación. En el capítulo “Cambio sociodemográfico y desigualdades educativas”, Marta Mier y Terán y Carla Pederzini afirmaban: “en las últimas décadas, el sistema educativo mexicano ha continuado su expansión (i.e. cobertura) en un contexto de profundas desigualdades sociales”.

Pandemia Covid-19 de por medio, las brechas se han profundizado no sólo por lo que hace al acceso a la educación, sino a la calidad de esta última, agravadas por la deserción escolar. En este último rubro, el estudio “Mapa de Brechas de Evidencia”, elaborado por Mexicanos Primero, la Red Latinoamericana por la Educación (REDUCA) y la Fundación SURA, reconoce que un millón 300 mil alumnos abandonaron la escuela en la pandemia. Además de precisar que el sistema educativo en México es excluyente, inequitativo e ineficiente, se destaca que “la emergencia educativa no ha terminado, apenas comienza”, lo que de suyo resulta en extremo preocupante, sobre todo si lo “aterrizamos” en cifras que reflejan realidades concretas de la educación en la República.

De acuerdo al proyecto “Aprender Parejo”, de la Iniciativa de Educación con Equidad y Calidad, de la Escuela de Gobierno y Transformación Pública del Tecnológico de Monterrey y la organización México Evalúa: 38 de cada 100 niños no acceden a preescolar; de cada 100 estudiantes que entran a primaria, sólo 28 termina la universidad; en cada generación de estudiantes, 30 desertan en los primeros años del bachillerato y cinco de cada 10 no lo terminan; seis de cada 10 alumnos de 15 años no comprenden lo que leen y sólo cinco de cada 10 pueden encontrar datos relevantes en un texto; siete de cada 10 no saben hacer operaciones matemáticas básicas y, únicamente, tres de cada 10 pueden aplicar las matemáticas para resolver problemas (Fuente: revista Proceso, año 48, marzo 2025). Desde luego, habría que considerar los preocupantes resultados de la prueba PISA.

De acuerdo con datos de la Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación, en el ciclo escolar 2021-2022, 26,463 escuelas operaban sin luz; 56,109, sin agua; 43,558, sin lavamanos; y, 5,950, sin sanitarios. La SEP da cuenta de que, en el mismo periodo, 127,000 escuelas de preescolar a media superior (53.7%) no tenían computadoras para propósitos pedagógicos y 168,163 (70.7%) carecían de conexión a internet.

Por su parte, según el estudio “Mapa de Brechas de Evidencia”, los maestros deberían contar con una formación profesional para acompañar a sus estudiantes; sin embargo, en 2023 cada uno recibió 89 pesos para desarrollarse en su profesión, en contraste con los mil 644 pesos que recibió en 2016. En lo tocante al gasto destinado a educación básica, éste fue, en 2023, de 9.46 por ciento, mientras que, en 2017, fue de 13.55 por ciento, lo que en términos reales implica que “poco a poco estamos dejando de invertir en educación”.

Es así que en nada sorprende que el promedio de escolaridad de los mexicanos sea de 9.7 años, pese a que el artículo 3º, frac. X de nuestra Carta Magna precise la obligatoriedad de la educación superior.

Frente a este grande, grave y acuciante problema de México, ¿qué dirían José Vasconcelos o Jaime Torres Bodet?

Maestro en Ciencias Jurídicas

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