Los economistas dividimos el crecimiento de una sociedad en tres factores: trabajo, capital y productividad. Los primeros dos no necesitan explicación. El tercero, empero, es un residual. Contiene todo lo que las horas trabajadas y la maquinaria y años de escuela no pueden explicar del crecimiento. Una vez que tenemos a todos los miembros de la fuerza laboral trabajando, y hemos construido todo lo que podemos con los materiales y la maquinaria disponible (crecimiento explicado por trabajo y capital) lo que queda es usar la fuerza laboral, y lo que hemos construido, de forma más inteligente. Es decir, obtener más con los mismos insumos. Es una medida de nuestra inteligencia, pero también de nuestra ignorancia, porque no sabemos exactamente de qué está compuesto el factor productividad.

(Algunos entienden productividad como equivalente de tecnología. Si por tecnología entendemos el último Iphone y maquinaria de punta, entonces no. Sin embargo, si entendemos tecnología en sentido amplio, que incluye nuevas ideas, obras de arte, nuevos conceptos, entonces sí.)

Los modelos de predicción usados en economía usualmente asumen crecimiento no lineal de la productividad y, en general, exponencial. Primero porque es más fácil trabajar matemáticamente con ese supuesto; después porque a menudo los datos parecen apoyar la idea de que el crecimiento del PIB es exponencial. Sospecho un tercer motivo: el supuesto expresa un deseo, el de seres humanos egocéntricos que se creen maravillosos y pueden mejorar todo el tiempo.

Si el crecimiento es exponencial hay evidencia de que algo estamos haciendo mal. El crecimiento del PIB ha caído en los países más desarrollados, la calidad de las patentes ha caído, la tasa de crecimiento de la producción agrícola se ha desacelerado, lo mismo que el crecimiento en la esperanza de vida a partir de la segunda mitad del siglo veinte. Id est, estamos estancados. Muy por debajo del potencial de crecimiento. Es acuciante solucionarlo para tener el mejor nivel de vida que podemos gozar en este momento.

Pero el crecimiento económico tal vez no sea exponencial. Thomas Philippon -profesor de finanzas en la Universidad de Nueva York- mostró -usando dos medidas distintas- que la trayectoria de la productividad desde la Segunda Guerra Mundial se parece poco a la de una función exponencial y mucho a la de una línea recta (con pendiente positiva, pero constante).

Si el crecimiento es lineal, como apunta la investigación de Philippon, entonces no estamos haciendo las cosas mal. Que el crecimiento del PIB haya caído a la par que la calidad de las patentes, la desaceleración en la tasa de crecimiento de la producción agrícola y la esperanza de vida no es una muestra de nuestra incapacidad para mejorar nuestras vidas, sino de la dificultad inherente a la generación de conocimiento y la revelación de un hecho irrefutable de la vida: es dura y requiere esfuerzo, y el esfuerzo implica tiempo.

Cuando Philippon extiende la gráfica de la productividad más allá de la Segunda Guerra Mundial queda claro que no hay una sola línea en la historia, sino varias. Cada vez que la humanidad logra un descubrimiento revolucionario (la escritura, la electricidad, la máquina de vapor) la tasa de crecimiento de la productividad da un salto. (En inglés les llaman General Purpose Technologies (GPT), porque permiten mejorar la vida humana en muchos aspectos.) Pero los descubrimientos revolucionarios son -por definición- excepciones en la historia. Si todos los días se publicara algo equivalente en importancia a la teoría de la relatividad nadie recordaría el apellido Einstein. Los grandes descubrimientos, como los buenos libros, son pocos, por eso son memorables y dignos de estudio.

Tampoco es deseable que los grandes descubrimientos acontezcan cada semana. Pensemos en internet, la cantidad de años que llevamos usándolo y las controversias de las que sigue siendo epicentro. Si lo deben usar los niños, si atrofia las relaciones humanas, si pone en riesgo las elecciones, si es una amenaza para nuestra privacidad, si podemos decir lo que sea en nuestros perfiles virtuales. Los sociólogos lo llaman cultural lag: el arreglo social va un paso atrás de los descubrimientos. Primero empezamos a usar internet y después decidimos cómo regularlo. Ahora imaginemos un invento como internet cada año. Los descubrimientos significativos requieren cambios sociales significativos. La velocidad de los cambios rebasaría nuestra capacidad para asimilarlos.

El crecimiento lineal de la productividad tiene otras dos implicaciones. Socava el argumento (común en el debate hoy) de que no podemos seguir creciendo y creciendo de forma ilimitada, porque “no es sostenible”. El crecimiento lineal es muy lento, así que todavía tenemos camino por recorrer como humanidad. Por otro lado, socava el argumento de algunos optimistas, que piensan que la mejora constante de productividad resolverá muchos de los problemas que nos aquejan, como la desigualdad o el calentamiento global. La productividad sí ayuda a resolverlos, pero si mejora muy lentamente (lineal) pasarán muchos años antes de que la solución a esos problemas sea obvia, así que es mejor empezar a trabajar hoy.

El crecimiento lineal también podría ayudar a explicar la insatisfacción existencial que muchos críticos del capitalismo ven en las personas. Los primeros años en que los teléfonos inteligentes se vuelven accesibles para la mayoría hay euforia total: de la noche a la mañana seres queridos en los lugares más distantes pueden comunicarse las veinticuatro horas y varios aspectos de la vida (desde pedir un taxi hasta tomar fotos) se vuelven más fáciles. Pero cuando llega el iPhone 14 con su cámara profesional de cine y el sensor de choque la gente ya no brinca de felicidad. Es más, muchos prefieren seguir comprando versiones anteriores (más baratas) porque el beneficio de esos pequeños extras en el nuevo modelo no es significativo. A lo mejor la idea de un mundo transformándose radicalmente a diario es una ilusión que nos frustra cuando no se materializa y es hora de reducir nuestras expectativas.

Uso “a lo mejor” porque el debate no está resuelto. Líneas arriba repetí la idea de otros economistas de que la productividad es una medida de nuestra ignorancia. Es decir, de cuánto no sabemos. Pero hay muchas cosas que ni siquiera sabemos que no sabemos. Así que toda medida de nuestra ignorancia es muy imprecisa. Philippon usó dos medidas distintas en su investigación, pero no son las únicas. Podemos, verbigracia, pensar que la productividad está compuesta de las ideas, pero ¿cómo medimos la cantidad de ideas en la sociedad en un momento dado? Además, no todas las ideas son igual de valiosas, así que la relación entre ideas y productividad seguramente no es constante. La productividad sigue siendo un enigma

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