Si queremos lograr algo, lo más probable es que prefiramos lograrlo en el menor tiempo posible. Sobre todo si se trata de trabajo. Cuando nos asignan ciertas tareas, terminarlas hoy en menos tiempo de lo que necesitábamos ayer significa más tiempo para descansar, para hablar con un amigo, quizá un ascenso. A eso lo llamamos productividad.
Cuando los incrementos en productividad se dan de forma colectiva incrementan los salarios (de forma duradera), los ciudadanos pueden adquirir más de los bienes que desean, y el bienestar general de la sociedad mejora. Por eso es bueno que mejore la productividad de una sociedad. Es decir, que las personas logren producir más por hora trabajada.
Ojo, esto no significa trabajar más. Es hacer más con las mismas horas de trabajo. No se trata de moverse más rápido, es cuestión de práctica e inteligencia. Práctica como en el ejercicio. El primer día en el gimnasio solo logramos hacer diez lagartijas, una semana después doce, tal vez quince, en el mismo tiempo. Inteligencia: hay atajos que pueden llevarnos al mismo lugar sin dar tanta vuelta. Uno puede copiar dando clic derecho y eligiendo la opción copiar, y luego lo mismo pero elegir pegar. Pero cuando aprendes a usar ‘Control + C’, ‘Control + V’ te das cuenta que lo que tomaba varios clics puede tomar apenas un segundo de apretar dos teclas al mismo tiempo. No todos los atajos son tan obvios, desde luego, por eso la inteligencia va siempre de la mano de la práctica. Si logramos hacer más en el mismo tiempo podemos trabajar menos.
La productividad de EU ha incrementado de forma impresionante en los últimos cinco años (8.9%). El incremento es mayor que en cualquier periodo similar en la década pasada, y sobre todo mayor que en el lustro anterior. Digo ‘sobre todo’ porque en los últimos cinco años está incluido el acuartelamiento por covid, lo que significa que a pesar de la recesión (y la mucha práctica que se perdió durante la crisis) el incremento en productividad ha sido mayor que en lustros donde no hubo debacle económica. Y el 8.9% parece ser subestimación, porque es muy probable que a inicios de 2025 la cifra de empleos creados se ajuste a la baja.
Típicamente, los incrementos en productividad se dan con claridad en la manufactura. En el sector de servicios las mejoras son muy lentas. El ejemplo clásico es la peluquería. Los productores de tijeras encuentran (relativamente fácil) formas de producir más tijeras en una hora (máquinas más rápidas, con nueva tecnología), pero es difícil que hoy el peluquero pueda hacer más cortes de pelo en una hora que los que hacía ayer.
El incremento de productividad en EU se dio casi completamente en el sector de servicios (banqueros, profesores, personas dedicadas a prestar servicios de limpieza, doctores, programadores, cocineros), por eso es más impresionante. Y si los pasos que ha dado la humanidad en innovación van a llevarnos a un mundo en el que todo lo que pueda automatizarse estará a cargo de una máquina, entonces lo más importante para mejorar el bienestar es incrementar la productividad en el sector de servicios, porque ahí está la mayoría de trabajos que difícilmente serán reemplazados por una computadora.
Aquí van cuatro claves para entender el incremento gringo de productividad:
1. Redistribución de los trabajos. El fin del encierro por covid generó un efecto embudo: muchas empresas necesitaban urgentemente más trabajadores para hacer frente a la cantidad demandada. Eso provocó un incremento de salarios en donde más se necesitaba el trabajo, y los empleados, desde luego, reaccionaron, renunciando a trabajos con salarios bajos, para ir a buscar mejores ganancias.
Noten que estoy usando el salario como una aproximación de la productividad. La mano de obra se movió de forma significativa de los sectores menos productivos (es decir, con los salarios más bajos), como servicios de alimentos, hospitalidad y ventas al menudeo, a sectores de administración, servicios técnicos y computación. En lo que ahora llamamos ‘great resignation’, el número de renuncias mensuales en 2022 llegó a ser 30 por ciento más alto que antes de la pandemia. Es decir, hubo una reasignación de la mano de obra a industrias, empresas y roles más eficientes.
2. Más emprendedores. No todos los que renunciaron lo hicieron para pedir trabajo en otra empresa, y de aquellos que lo hicieron no todos lo consiguieron. La cifra anual de nuevos negocios con empleados incrementó 14.3% de 2019 a 2022, y llegó a su nivel más alto en casi veinte años.
3. Más y mejores máquinas. La pandemia obligó a la economía mundial a volverse más intensiva en capital. En otras palabras, hizo que ahora usemos más la ayuda de máquinas (máquinas en sentido extenso: computadoras, robots, herramientas físicas, etcétera) en cada hora trabajada. ¿Por qué? Porque muchas empresas despidieron personal, lo que implicó hacer el mismo trabajo con menos personas, y muchos trabajos se volvieron remotos (la computadora es condición sine qua non de la remotabilidad). Inicialmente la inversión explotó tanto en computadoras como software e investigación y desarrollo (R&D, en inglés). Después la investigación en software y R&D disminuyó (una vez que tenemos un buen sistema Zoom de calidad no necesitamos seguir desarrollando otros cien sistemas de videollamada), pero la inversión en computadoras ha vuelto a explotar desde el año pasado con el boom de la inteligencia artificial.
4. Incentivos, incentivos, incentivos. La redistribución de trabajos y los nuevos emprendedores no mejoran automáticamente la productividad. Las personas podrían dejar un trabajo por otro mejor pagado y tener un desempeño pobre en el nuevo puesto. Los nuevos emprendedores podrían poner en marcha proyectos improvisados, de mala calidad, que fracasan en pocas semanas.
Lo fundamental es 1) que la reasignación de empleos ha sido duradera (es decir, las empresas que pagan mejor, a donde se fueron los trabajadores, no están despidiéndolos, lo que significa que están desempeñando satisfactoriamente sus funciones), los emprendedores han creado negocios solventes (sus empresas siguen pagando impuestos, incrementando la nómina) y 2) la reasignación de mano de obra y la creación de empresas presionaron para que la productividad en otros sectores y empresas incrementara.
El mecanismo es muy sencillo. En ambos casos se trata de competencia. En un caso intersectorial y en otro intrasectorial. Cuando los ciudadanos empezaron a renunciar a los trabajos con salarios bajos, en sectores como la hospitalidad, las empresas en ese sector empezaron a sufrir escasez de mano de obra, pero nadie iba a querer un trabajo con un salario bajo, así que las empresas tenían que subir los salarios, pero esas empresas no iban a subir los salarios significativamente para hacer exactamente el mismo trabajo. Así que estaban obligadas a crear roles más eficientes (o mejorar los existentes) que aporten más a la empresa, y por ende permitan una remuneración más alta. Para atraer empleados los sectores ineficientes tenían que ofrecer más dinero, y para ofrecer mejor paga había que volverse más eficientes. Los sectores competían por mano de obra.
Los emprendedores, por otro lado, crearon competencia por la clientela en cada sector. Si las empresas ya existentes querían sobrevivir tenían que estar a la altura de las nuevas, es decir, volverse más eficientes.
De la noche a la mañana, entonces, sectores que se habían estancado en productividad, como los servicios de alimentos, se volvieron mucho más eficientes. La conclusión no es que la pandemia fue buena. Que no se malentienda. Hubiera sido mejor que la pandemia nunca ocurriera. La enseñanza es que incluso los sectores que pensamos que no pueden ser más eficientes sí pueden mejorar. La pandemia creó incentivos suficientes para que se volvieran más productivos. El meollo está en cómo crear esos incentivos sin necesidad de un encierro mundial que acabe con la vida de millones.
Tengo que recalcar que las máquinas, la nueva tecnología (o como quiera llamarse), solo es una parte de la ecuación. Tener mejores robots no es igual a volvernos más productivos, porque simplemente podemos no usarlos (por la razón que sea: desidia, miedo, espíritu ludita…). El mejor ejemplo es el trabajo remoto. Las computadoras ya existían mucho antes de la pandemia. Las videollamadas ya existían antes de la pandemia. Pero la mayor parte de los trabajos eran presenciales y las empresas (y los gobiernos) se rehusaban al trabajo remoto, a pesar de que ya tenían las herramientas.
Las videollamadas incrementaron significativamente la productividad cuando se implementaron, y se implementaron masivamente solo cuando la pandemia nos incentivó (un tanto eufemismo de obligó) a todos a usarlas en todos los ámbitos. Hoy, en sectores como la ciencia y la informática, una tercera parte del trabajo es totalmente remoto. La lección: la innovación debe ir acompañada de incentivos para usarla.