Algunos inocentes comentaron que Ricardo Ferretti había llegado más dócil a , que ya no era el Tuca que gritaba, gesticulaba y demás, o sea, que había calmado su fiero carácter con el que se ha tenido que lidiar por muchos años.

Pues no, la realidad es que a La Noria, Ferretti llegó igual que siempre. Pocos se le pueden acercar cuando camina por los pasillos; y a veces saluda con un gruñido. Y en el campo de entrenamiento, se oye a lo lejos su famoso ¡cagajo! y otras linduras que le grita a los jugadores, sobre todo a los jóvenes que no le hacen caso.

Y claro, todos los lunes los reporteros que cubren la fuente tendrán su conferencia en donde las mujeres tendrán la oportunidad de preguntar primero, luego los veteranos y después los que sobren.

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