Hace unos días, el presidente del Senado, Gerardo Fernández Noroña defendió los viajes que él y miembros de su movimiento político hacen al extranjero en vuelos de primera clase, hospedándose en hoteles de lujo y comiendo en restaurantes caros.
Cuestionó que si ahora les van a dar una lista de a qué hoteles y restaurantes pueden ir.
Nos dicen que quizá el senador se pude dar una idea de lo que se puede, y lo que no, solamente con seguir el ejemplo de la jefa máxima de su movimiento, la presidenta Claudia Sheinbaum, quien no ha salido de vacaciones, no viaja en primera clase, no se hospeda en hoteles de lujo, no come en restaurantes caros, no usa relojes Patek Philippe de más de un millón de pesos, ni lleva en su muñeca pulseras Cartier, Van Cleef & Arpels y Tiffany de más de 800 mil pesos, ni bebe Whisky The Macallan de 60 mil pesos la botella.
Ahí está la lista de lo que no va con la justa medianía, por si el iracundo senador, o alguien más en su movimiento, quiere seguir el ejemplo.