Carlos Corral Serrano
México se enfrenta a retos significativos en su desarrollo urbano, exacerbados por la existencia de una de las megalópolis más grandes del mundo y una población predominantemente urbana. Este panorama plantea una urgente necesidad de revisión en las prácticas de planificación urbana y administración pública.
La expansión incontrolable de la mancha urbana ha devorado zonas agrícolas y forestales, afectando ecosistemas que la naturaleza tardó milenios en formar. Este crecimiento desmesurado se ve influido por la centralización del poder, donde líderes políticos y caciques confunden frecuentemente los negocios privados con la administración pública, complicando la gestión eficiente y ética del urbanismo.
La centralización excesiva de la industria y los servicios en ciertas áreas ha creado una presión demográfica desproporcionada sobre la oferta limitada de tierra urbanizable. Esto ha exacerbado la problemática de asentamientos irregulares y ha empujado la expansión urbana hacia zonas menos aptas, lo que agrava la desigualdad en el acceso a la tierra y a la vivienda social.
La falta de una planeación participativa y efectiva es otro desafío significativo. Los planes de desarrollo urbano existentes a menudo no resultan de un proceso inclusivo y no reflejan las necesidades reales de las comunidades locales. Esta falta de adecuación impide prevenir el crecimiento descontrolado de las ciudades y no contribuye a una distribución equilibrada del crecimiento poblacional y económico.
Es esencial reformar el marco regulatorio para promover una gobernanza efectiva y participativa en el urbanismo. Se debe garantizar que los planes urbanos sean el resultado de procesos consultivos y bien estructurados, reflejando un compromiso real con la equidad y la sostenibilidad.
La descentralización y el empoderamiento de los gobiernos municipales son clave para gestionar el desarrollo urbano acorde con las necesidades locales. Esta autonomía permitirá a las comunidades urbanas desarrollar y implementar estrategias que incluyan la infraestructura y servicios necesarios para soportar una población en crecimiento.
Promover el acceso a vivienda asequible y controlar la especulación del suelo son pasos fundamentales para mitigar la incidencia de asentamientos irregulares y evitar desarrollos urbanos no planificados. Además, es vital integrar políticas de desarrollo sostenible en la planificación urbana para asegurar que el crecimiento de las ciudades sea equilibrado y respetuoso con el medio ambiente.
En conclusión, aunque los desafíos del crecimiento urbano en México son considerables, no son inmanejables. Con políticas adecuadas y una implementación efectiva, es posible dirigir el crecimiento urbano de una manera que beneficie a toda la sociedad y preserve el entorno natural para las futuras generaciones.
Director ejecutivo de la Asociación Mexicana de Urbanistas AC