Por: Carlos Corral Serrano

En la vasta y vibrante Ciudad de México, la crisis de la gestión de residuos se ha convertido en una amenaza tan palpable como la propia urbe. Cada día, la metrópoli produce aproximadamente 13,000 toneladas de residuos, un volumen que pone a prueba la capacidad de los sistemas de manejo y procesamiento de basura. Este crecimiento desmesurado en la generación de desechos no solo refleja el tamaño y la complejidad de la ciudad, sino también la urgencia de encontrar soluciones sostenibles que aseguren un futuro viable para sus casi 9 millones de habitantes.

El panorama actual es sombrío. Los rellenos sanitarios están llegando a su capacidad máxima, mientras que los espacios para nuevos sitios son escasos y están sujetos a estrictas regulaciones ambientales. Además, más del 20% de los residuos generados no se recogen adecuadamente, lo que contribuye a un ciclo vicioso de contaminación y degradación ambiental. Los materiales no biodegradables, como plásticos y metales, se acumulan, alterando no solo el paisaje sino también la salud pública. Estos desechos a menudo terminan en tiraderos ilegales, en las periferias de la ciudad o incluso en cuerpos de agua, exacerbando los problemas de contaminación y representando un riesgo grave para las comunidades locales.

¿Qué hacer?

La Ciudad de México necesita una verdadera transformación en su gestión de residuos, comenzando con una inversión significativa en tecnologías de reciclaje y compostaje. La meta es clara: reducir la cantidad de desechos que terminan en vertederos. Esto no solo ayudaría a aliviar la presión sobre los rellenos sanitarios existentes, sino que también transformaría los residuos en recursos valiosos. Las políticas públicas deben fomentar prácticas de producción más limpia y menos generadoras de residuos, y los programas educativos deben enfocarse en cambiar los hábitos de consumo para promover la reducción, reutilización y reciclaje de materiales.

Además, es crucial expandir la infraestructura para el manejo de residuos, incluyendo la construcción de nuevos rellenos sanitarios que cumplan con las normativas ambientales más estrictas y la modernización de las plantas de tratamiento. Estas plantas deberían estar equipadas para separar los reciclables y procesar los orgánicos en composta, reduciendo así la cantidad de basura que necesita disposición final.

La gestión efectiva de residuos no solo es una cuestión de salud pública y protección ambiental; también tiene profundas implicaciones económicas. Mejorar el reciclaje y la composta puede crear empleos, desde la recolección hasta la administración de nuevas instalaciones de procesamiento. Además, al reducir los impactos ambientales negativos, la ciudad puede evitar costos significativos asociados con la limpieza y los daños a la infraestructura urbana.

Conclusión

La crisis de residuos en la Ciudad de México es un llamado a la acción urgente. A medida que la metrópoli sigue creciendo, las soluciones a esta crisis deben ser tan dinámicas y robustas como la ciudad misma. Adoptar un enfoque proactivo y sostenible no solo es necesario para la supervivencia ambiental de la ciudad, sino que también es esencial para asegurar la calidad de vida de todos sus habitantes. La acción es imperativa ahora; el futuro de la Ciudad de México depende de cómo maneje hoy sus montañas de desechos.

Es director ejecutivo de la Asociación Mexicana de Urbanistas, AC

contacto@amu.org.mx

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