Carlos Corral Serrano

Especialista en Tecnología Ambiental, Director Ejecutivo de la Asociación Mexicana de Urbanistas, AC

El Día Mundial del Medio Ambiente se celebra cada 5 de junio desde 1972, cuando la Organización de las Naciones Unidas (ONU) lo proclamó durante la histórica Conferencia sobre el Medio Humano en Estocolmo. Desde entonces, esta fecha se ha convertido en la plataforma global más influyente para generar conciencia, movilizar gobiernos y activar a comunidades en defensa del planeta. Este 2025, Corea del Sur es el país anfitrión y el tema central es la contaminación por plásticos, uno de los retos ambientales más urgentes y presentes.

¿Dónde estamos parados en México?

México cuenta con un marco normativo sólido —con leyes como la Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente, así como estrategias nacionales para la gestión de residuos y el combate al cambio climático—; sin embargo, la aplicación y el cumplimiento siguen siendo desafíos latentes.

A nivel federal, se han promovido iniciativas para eliminar plásticos de un solo uso y fomentar la economía circular, así como la educación ambiental. Sin embargo, persiste una brecha entre los discursos institucionales y la implementación efectiva, especialmente en la regulación, vigilancia y adopción de alternativas sostenibles en el mercado.

La realidad es que la conciencia ambiental en el país no ha logrado permear ni en el gobierno ni en la vida cotidiana de la población. Salvo contadas excepciones, los tomadores de decisiones aún no colocan al medio ambiente como una prioridad transversal en su agenda. La participación de actores políticos es esporádica, y las campañas de sensibilización ambiental carecen muchas veces de continuidad o alcance real.

¿Se logrará construir una ciudadanía ambientalmente informada y participativa?

En contraste con el letargo institucional, los jóvenes están jugando un papel cada vez más relevante en la difusión de mensajes, la organización de actividades educativas y la movilización de conciencias.

Estimado lector, ¿considera usted que el esfuerzo actual de la sociedad es suficiente para generar la presión necesaria y exigir acciones concretas a nuestras autoridades? Y más aún, ¿cree usted que las nuevas generaciones están sembrando la semilla de una nueva conciencia ambiental?

Reducir el plástico desde lo local

El tema de este año, “Sin contaminación por plásticos”, es especialmente oportuno en México, donde los residuos plásticos inundan ríos, barrancas y costas. Si bien se han impulsado leyes estatales que prohíben bolsas y popotes, la falta de vigilancia y educación ciudadana limita sus efectos. El cambio real necesita acciones simultáneas en tres frentes: políticas públicas valientes, empresas comprometidas con la innovación y, sobre todo, comunidades decididas a transformar hábitos.

Aquí es donde los gobiernos locales tienen una oportunidad invaluable: convertir el Día Mundial del Medio Ambiente en un punto de inflexión. No basta con emitir comunicados; se necesitan eventos, proyectos y alianzas que inspiren, eduquen y activen a la población.

Ideas para transformar la conmemoración en acción concreta

Son las comunidades, las juventudes y las redes vecinales quienes han tomado la batuta de la transformación. Ejemplos inspiradores lo confirman:

En Saltillo, Coahuila, la iniciativa “¿Qué rollo con tu arroyo?” ha activado a estudiantes, vecinos y artistas para intervenir arroyos urbanos con limpieza, arte y talleres ambientales.

En la alcaldía Benito Juárez de la Ciudad de México, el Presupuesto Participativo impulsó el proyecto Arbolando Nuestra Ciudad, reconocido por el Instituto Electoral de la Ciudad de México con el “Reconocimiento a las mejores prácticas de los mecanismos de participación ciudadana 2023” en la categoría Presupuesto Participativo. A través de un censo especializado, ampliación de cajetes y mejora del suelo, se fortaleció la infraestructura verde urbana y la corresponsabilidad vecinal en favor de una ciudad más segura y habitable.

Para que este 5 de junio no pase desapercibido ni se limite a actos simbólicos, escuelas, comunidades y gobiernos locales pueden organizar actividades que generen verdadero impacto:

Jornada de limpieza comunitaria y taller de reciclaje: Involucrar a vecinos, estudiantes y voluntarios para limpiar un parque, río o barranca, seguido de un taller donde se enseñe a convertir residuos en objetos útiles o decorativos.

Mercado de trueque o segunda mano: Fomentar la reutilización de objetos y reducir el consumo innecesario, organizando ferias locales de intercambio o venta de artículos usados con enfoque educativo sobre economía circular.

Creación de huertos escolares o comunitarios: Iniciar un huerto en espacios públicos o escolares, sembrando no solo alimentos, sino valores de respeto a la tierra, sostenibilidad y colaboración.

Concurso de arte ambiental: Promover la creatividad y la conciencia ecológica con certámenes de dibujo, fotografía o escultura con materiales reciclados, y exhibiciones abiertas al público.

Charlas, cine-foros y talleres: Invitar a expertos o activistas locales para hablar sobre temas como cambio climático, biodiversidad, reciclaje o energías limpias. Proyecciones de documentales pueden ser seguidas por debates abiertos para reflexionar colectivamente.

Un día que puede marcar la diferencia

El Día Mundial del Medio Ambiente no debe vivirse como una conmemoración más, sino como una oportunidad poderosa para transformar la relación que tenemos con nuestro entorno.

México tiene el talento, la energía joven, la riqueza natural y la capacidad institucional para ser referente en esta lucha. Pero para lograrlo, necesitamos que cada municipio, cada alcaldía, cada escuela, cada familia se sume a esta misión planetaria.

Hoy, más que nunca, nuestra Tierra nos llama. La pregunta es: ¿seremos capaces de responder?

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