No extrañó que se convirtiera en una de las ofertas públicas iniciales más atractivas de los últimos años. Tampoco extrañó que el día de su debut en bolsa, y en medio de uno de los entornos de operación más complicados de los últimos años, el valor de capitalización de la empresa terminase cercano a los 73 mil millones de dólares, situándose a la cabeza de los fabricantes alemanes automotrices.
Y no era de extrañar, pues en los últimos treinta años Porsche ha sido sinónimo de una enorme calidad, atención a los detalles, gran diseño, ingeniería y tecnología de punta. La decisión del grupo Volkswagen (VW) de desprenderse de una de sus unidades de negocio más rentables no parece haber sido, pero para muchos era más que necesaria. Porsche debutó, con clave P911 (un homenaje al icónico auto de la marca), el pasado 29 de septiembre en la bolsa de valores de Frankfurt con un precio por acción de 82.50 euros. Al momento de escribir estas líneas, el precio de la acción ya había crecido en 17% dando al fabricante de autos deportivos un valor de mercado de 86 mil millones de dólares, haciendo a Porsche la cuarta empresa más valiosa del mundo, solo por detrás de Tesla, Toyota y BYD.
¿Qué resulta tan atractivo de Porsche además del diseño y calidad de sus autos? A diferencia de la gran mayoría de los fabricantes del sector, la salud financiera de Porsche ha sido, en las últimas décadas, una de las más destacadas de la industria. En 2021, Porsche reportó ventas de poco más de 300 mil vehículos, lo que representó ingresos por 33 mil millones de dólares y 24.5% de Ebitda, el más alto del sector. Y todo ello en un momento importante de transformación de la empresa, donde la electrificación juega un papel importante de su estrategia.
Pero no siempre ha sido así. Hace 30 años, a principios de la década de los 90, la empresa se encontraba prácticamente al borde de la quiebra. Sus ventas eran de tan solo 16 mil vehículos, perdía dinero y la expansión global de los automóviles premium japoneses parecía comprometer el futuro de Porsche. La crisis generó un punto de no retorno para la empresa e inició uno de los procesos de transformación más importantes de la historia del sector.
De la mano de su antiguo CEO, Wendelin Wiedeking, y a partir de un cambio radical de su modelo de operación, la empresa modificó procesos, redujo costos, eliminó desperdicios y, sobre todo, generó un cambio profundo en su cultura de trabajo, abrazando la mejora continua en un proceso ordenado y eficiente. En menos de una década, Wiedeking fue capaz de darle vuelta a la situación de la empresa y convertirla en el fabricante independiente más rentable del sector. En 2009, Porsche pasa a formar parte del grupo VW, a partir de un acuerdo entre las familias Porsche y Piëch y el grupo automotriz alemán.
No es de extrañar, pues, que no haya sido una decisión fácil para VW desprenderse del icónico fabricante de autos deportivos. Sin embargo, de acuerdo con distintos analistas, la operación generó para VW cerca de 9 mil millones de euros en ingresos, que representan nuevos fondos para continuar el desarrollo de su estrategia de electrificación y con la cual busca ser un jugador dominante del naciente mercado eléctrico.
De acuerdo con la agencia europea ACEA, el sector automotriz europeo fue, con cerca de 59 mil millones de euros, el sector que más invirtió en investigación y desarrollo durante el 2020, casi el doble del gasto reportado por la industria farmacéutica. Esto habla sin duda de la gran preocupación del sector por acelerar un cambio rápido tecnológico ante cada vez mayores presiones por parte de gobiernos locales y organismos internacionales por reducir la huella de carbono en el sector.
La relativa nueva independencia (VW continúa controlando 75% de las acciones) de Porsche podría dar nuevos bríos a la empresa, pero habrá que ver qué tanto también esto ayuda a VW en su intento de destronar a Tesla de su papel dominante del mercado de autos eléctricos.