Al momento de escribir estas líneas, la invasión rusa de suelo ucraniano tiene algunos días de haber iniciado. Es difícil, incluso para los internacionalistas, especular sobre el desenlace de este conflicto, pero sin duda traerá importantes daños humanos y económicos para la región y el mundo. Y todo esto ocurre en un complejo escenario a nivel global, con una pandemia que no termina de ceder y que ha provocado escasez de materiales y componentes en distintas industrias. Es previsible que este conflicto traerá, al menos en el corto plazo, más dolores de cabeza a las ya de por sí golpeadas cadenas globales de suministro.

En primera instancia, como ya han adelantado varios expertos, debemos esperar incrementos importantes en el precio de muchos productos básicos y bienes de carácter duradero, como los automóviles. Como bien sabemos, Rusia es una potencia en términos energéticos. Alrededor de 40% de sus exportaciones dependen de productos relacionados con el petróleo, siendo Europa su principal destino.

El flujo de sanciones que los países miembros de la OTAN han aprobado limitará seguramente el abasto de gas y petróleo en la región por lo que se tendrán que buscar nuevas fuentes de suministro, como los países árabes o los Estados Unidos. En cualquier caso, es previsible que la demanda de barcos para transportar gas y petróleo se incremente y ello venga acompañado de mayores aumentos en el costo de la logística internacional.

Rusia es, también, uno de los principales productores de importantes metales para muchas industrias, incluidas la automotriz. Por ejemplo, cerca de 45% de la producción global de paladio, un importante metal que forma parte de los convertidores catalíticos de los automóviles de combustión interna proviene de Rusia. El país es, además, un importante productor de aluminio y níquel: aproximadamente 5% de la producción mundial de estos metales se realiza en Rusia. El aluminio tiene una gran cantidad de aplicaciones automotrices y el níquel es utilizado en ciertas aleaciones de acero y, sobre todo, en la fabricación de baterías de automóviles. El precio de estos tres minerales ya se ha incrementado en más de 20% en los primeros meses de este año.

Si bien se trata de una economía más pequeña, no podemos desestimar el papel de Ucrania en la economía global. Ucrania es considerada por muchos como el granero de Europa, pues es uno de los mayores exportadores de trigo y maíz para la región. Pero Ucrania tiene también una importante industria local cuyo principal mercado es Europa. Los arneses para automóviles, por ejemplo, constituyen cerca de 3% de sus exportaciones, y varios fabricantes como VW, que ya ha anunciado paros de línea, dependen de Ucrania como fuente de estos componentes.

Lo más importante es, sin duda, que el conflicto reduzca su escala lo más pronto posible para evitar mayores daños. Sin embargo, y al margen de los cambios políticos que puedan darse en el ámbito internacional, el conflicto ha hecho que diversas voces se manifiesten en distintos aspectos. Por un lado, ¿será que un mundo tan globalizado como el nuestro nos hace más susceptible a este tipo de disrupciones en las cadenas? Posiblemente sí, pero también esto ha traído muchos beneficios: intercambios culturales, movilidad social y la posibilidad de acceder a mejores productos a costos razonables a través de una mayor competitividad entre las regiones.

Por otro lado, Rusia, así como otros países, han logrado una temible posición militar gracias a sus exportaciones de crudo y combustibles fósiles, ¿será que el conflicto marcará el principio del fin de esta dependencia?, ¿será que el mundo mirará de otra forma a las fuentes de energía renovables? Si esto es así, quizá estemos en los inicios de una nueva era para la humanidad y muchos países tendrán que recalibrar su estrategia energética e industrial.

Profesor del área de Dirección de Operaciones de IPADE Business School 

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