Por Gustavo Almaraz Petrie
El North Capital Forum reúne cada año a gobernadores, embajadores, empresarios y especialistas en la región de Norteamérica. Este encuentro confirma algo fundamental: América del Norte no puede pensarse de manera aislada. Cada año, los tres países aprovechan este espacio para mirarse de cerca y reconocer tanto las oportunidades que comparten como los retos que aún la desafían.
La agenda del evento siempre es amplia y refleja la complejidad de nuestra integración. Se habla de cómo enfrentar la competencia global en un momento de reconfiguración de cadenas de valor; de cómo aprovechar el nearshoring con reglas claras y certidumbre para los inversionistas; de cómo garantizar energía suficiente, limpia y competitiva; de cómo responder a amenazas de seguridad que ya no reconocen fronteras; y de cómo acompañar estos procesos con innovación, digitalización e inclusión social. No es una lista de aspiraciones, es un mapa de lo que definirá la competitividad regional en los próximos años.
La coyuntura no podría ser más clara. En 2026, el T-MEC tendrá su primera revisión. Si bien ésta recae en los gobiernos, espacios como el North Capital Forum ayudan a construir diagnósticos, alinear expectativas y dar contexto a las decisiones que se tomarán. Llegar preparados a ese momento no significa solo conocer las cláusulas del tratado, sino haber construido una narrativa común sobre lo que queremos ser como región. Esa narrativa necesita la voz de las empresas que invierten, de las comunidades que reciben los impactos de las políticas públicas y de la sociedad civil que exige que los beneficios de la integración sean tangibles.
El sector privado ocupa un lugar central en el proceso de revisión. Es a través de sus decisiones de inversión, producción y empleo que los tratados se traducen en crecimiento tangible. Su experiencia en mercados y cadenas de valor aporta certidumbre y perspectiva en negociaciones que a menudo están marcadas por dinámicas políticas de corto plazo.
La relevancia del North Capital Forum es que se ha convertido en un punto de encuentro estratégico y, al mismo tiempo, en un espacio de construcción compartida. Aquí se acercan diagnósticos, se suman perspectivas y se reconoce que los desafíos regionales solo pueden enfrentarse con soluciones conjuntas.
Los debates giran en torno a atraer inversiones frente a Asia, cómo fortalecer la infraestructura para el comercio transfronterizo, cómo articular la transición energética sin comprometer la seguridad, y cómo construir instituciones que respondan a una ciudadanía cada vez más exigente. Son discusiones concretas que confirman que la integración no es un discurso, sino una tarea diaria.
La historia de América del Norte no se escribe solo en tratados ni en cifras comerciales, sino en la capacidad de anticipar juntos los retos y mantener el diálogo. La revisión del T-MEC pondrá a prueba la capacidad de los tres países para actuar como una región. El resultado marcará si la región logra proyectar una visión común o si se queda atrapada en la lógica del corto plazo.
En un entorno global donde los consensos son escasos y las tensiones geopolíticas crecen, América del Norte tiene una ventaja que no debe desperdiciar. La región demuestra su solidez cada vez que elige dialogar en lugar de aislarse. Lo que sucede en el North Capital Forum confirma que los retos comunes solo pueden enfrentarse con una visión conjunta y voluntad de cooperación.
Presidente Ejecutivo de Grupo Estrategia Política y miembro del Board de la US-Mexico Foundation