Por Enrique Sanz Giménez-Rico

«Paz con ustedes» Esta es la primera palabra que Jesús resucitado dirige a sus discípulos en el evangelio de Juan el primer día de la semana, cuando estos, atrapados por el miedo, permanecen encerrados tras la muerte del maestro. Paz que, en las bellas palabras del gran teólogo luterano alemán Jürgen Moltmann, penetró profundamente en el corazón de los discípulos de Jesús y les impulsó a predicar el evangelio del amor.

«La pace sia con tutti voi», es decir, la paz sea con todos ustedes. Esta es la primera palabra que cristianos y no cristianos de todo el mundo escuchamos ayer de León XIV, cuando se asomó a la plaza de San Pedro poco después de ser elegido sucesor de Pedro.

Palabra que sonó con tanta fuerza como otra que la acompañó, también muy querida por el evangelista Juan: amor. Ambas penetraron ya en el corazón de los que estaban presentes en la plaza de San Pedro y de muchas y muchos cristianos, que desde la muerte del papa Francisco, papa del amor y de la paz, vivían quizás con un miedo similar al de los discípulos del resucitado.

Paz y amor son probablemente una declaración de intenciones. Lo son por su potencia generadora y por su dimensión universal. Lo son también porque forman parte de la vida de Robert F. Prevost, León XIV. Como buen discípulo de San Agustín, el que fuera general de los agustinos entendió que dichos términos expresan con gran belleza la convicción de su maestro: el bien converge con el ser, porque las realidades de nuestro mundo son buenas por su existencia. Como gran misionero en el Perú, llevó a muchos rincones de ese bello país andino el mensaje central del evangelio: el de una paz y amor que consuelan y acompañan a los que están solos y abandonados.

A estos últimos les dirigió unas bellas palabras hace casi dos años, cuando el arzobispo de Bolonia Matteo Zuppi, cardenal que para muchos iba a ser el papa que siguiera a Francisco, lo invitó a celebrar una fiesta en esa bella ciudad italiana. «No estarán nunca huérfanos», les dijo Prevost; «no, el resucitado y su paz siempre les acompañarán».

El nombre elegido por el nuevo papa es quizás también una declaración de intenciones. León XIII fue el papa que promulgó la primera encíclica social de la iglesia, en la que tanto cuidó y defendió a la clase trabajadora. Lo hizo en un contexto convulso de totalitarismos fascistas y comunistas. León XIV es el papa de comienzos del siglo XXI, el papa que vive en un mundo revuelto y polarizado, en el que las ideologías radicales acampan a sus anchas. Un cardenal que ha participado en el cónclave de su elección como papa ha afirmado que León XIV es un Brückenbauer, un constructor de puentes. Lo es fundamentalmente porque sabe escuchar y argumentar. Este y no otro es el papa que conocieron los participantes en el sínodo de la sinodalidad, cuando Robert F. Prevost, entonces prefecto del dicasterio vaticano de obispos, manifestó repetidas veces que la iglesia es sinodal.

El papa Francisco lo nombró cardenal y prefecto de dicho dicasterio hace pocos años. En el consistorio en que recibió el capelo cardenalicio, en septiembre de 2023, se dirigió al santo padre en nombre de los nuevos cardenales y le manifestó su amor por la iglesia. También le transmitió su amor por la sinodalidad, cuando afirmó que la iglesia escucha en su diversidad.

Ayer recordó al papa Francisco en su primera aparición como León XIV. Lo hizo evocando el «recen por mí» del papa Bergoglio diciendo con emoción «oremos juntos por la paz en el mundo». Lo hizo también, qué belleza de imagen, enmarcando la vida del papa argentino en el contexto de la pascua, en el contexto en el que el resucitado dice a sus discípulos «paz con ustedes».

Ex Rector de la Universidad Pontificia Comillas y profesor visitante en la Universidad Iberoamericana CDMX

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