Por Sergio Villarruel, VP General Manager, Fiserv México
A lo largo de mi carrera en el sector financiero, he sido testigo de cómo la tecnología ha cambiado radicalmente la forma en que nos relacionamos con el dinero. Pero más allá de lo técnico, lo que realmente me llama la atención es el cambio de paradigma al que nos estamos adaptando para avanzar hacia una economía más digital, ágil e inclusiva.
Hoy, muchas de nuestras transacciones cotidianas ya no requieren efectivo. Pagamos con un solo clic, usamos nuestro teléfono como billetera, enviamos transferencias instantáneas. Sin embargo, esa no es la realidad de todos. En México, el efectivo sigue siendo el método de pago más utilizado, especialmente en sectores con alta informalidad o poco acceso a servicios financieros.
Este panorama es desconcertante. Por un lado, México lidera la adopción de fintechs en América Latina. Por el otro, más del 40% de la población aún no tiene acceso a servicios bancarios formales. Esto no es solo un tema de tecnología, es un asunto profundamente humano, relacionado con la inclusión, la confianza y hábitos
Y lo entiendo perfectamente. Incluso yo he tenido que adaptarme. Al principio, como muchos, dudé sobre la seguridad de ciertos métodos de pago o de dejar de usar efectivo en ciertas situaciones. Hoy sé que la clave no está solamente en innovar, sino en acompañar a las personas para que comprendan, adopten y confíen en estas nuevas herramientas financieras.
Otros países han recorrido este camino con éxito. India, por ejemplo, ha implementado un sistema nacional de pagos digitales que hoy es utilizado por millones de personas, con más de 13 mil millones de transacciones realizadas a través de UPI (Unified Payments Interface por sus siglas en inglés). en el último año fiscal. En Brasil, el sistema Pix procesó más de 42 mil millones de transacciones en 2023, con un valor equivalente a casi el doble de su PIB. Ambos casos comparten una visión clara y una colaboración activa entre sectores, impulsada por una estrategia que combina tecnología, educación y regulación
México tiene todo para lograrlo. La tecnología está disponible, la innovación existe, y la voluntad del ecosistema financiero es evidente. Pero para avanzar necesitamos construir un entorno verdaderamente inclusivo, donde cualquier persona —sin importar su nivel socioeconómico o lugar de residencia— tenga acceso a servicios financieros adaptados a su contexto y necesidades reales.
Transformar la relación con el dinero también es una oportunidad para el desarrollo económico. Las pequeñas y medianas empresas, que conforman el corazón del tejido productivo del país, pueden beneficiarse enormemente de esta digitalización. Muchas de ellas siguen operando exclusivamente en efectivo, lo que limita su crecimiento, dificulta el acceso a financiamiento y reduce su competitividad. Incorporar herramientas digitales de cobro y gestión puede ayudarlas a crecer, ser más eficientes y ampliar su alcance de manera sostenible.
Una economía más digital también facilita la trazabilidad, reduce los costos operativos y fortalece la confianza entre consumidores y empresas. Pero todo esto solo será posible si aseguramos las condiciones adecuadas para el cambio. Necesitamos crear incentivos que motiven la adopción, impulsar una educación financiera que sea cercana, clara y útil, y fortalecer la infraestructura tecnológica para que estas soluciones lleguen a todos los rincones del país.
Ningún actor puede lograrlo por sí solo. El sector financiero debe seguir desarrollando soluciones seguras, accesibles y relevantes. El gobierno juega un rol fundamental al establecer marcos regulatorios modernos que promuevan la digitalización como una herramienta de inclusión social. Y nosotros, los ciudadanos, también debemos formar parte activa del proceso, educándonos y participando con responsabilidad.
La revolución de los pagos digitales ya es una realidad. La verdadera pregunta no es si estamos listos, sino si estamos dispuestos a liderarla. ¿Queremos quedarnos como observadores, o ser protagonistas de una transformación que tiene el potencial de mejorar la vida de millones de personas?
Desde mi perspectiva veo historias que me inspiran todos los días. Pequeños negocios que despegan gracias a herramientas digitales. Personas que acceden por primera vez a un crédito, un seguro o una cuenta de ahorro. Jóvenes que aprenden a manejar su dinero mejor que generaciones anteriores. Con esto confirmo que un nuevo avance demuestra que la inclusión no es solo una meta, es el camino.
Sergio Villarruel Macías, Director General de Fiserv en México
Sergio tiene más de 20 años de experiencia en finanzas, estrategia e inteligencia de negocios.
Como Gerente General de Fiserv en México, desarrolla estrategias comerciales y alianzas estratégicas con organizaciones financieras locales y globales para posicionar las soluciones de banca, emisión y adquisición de Fiserv. Tiene una amplia carrera profesional en instituciones bancarias y empresariales.
Sergio es Licenciado en Administración de Empresas por la Universidad Intercontinental y cuenta con una Maestría en Ingeniería Financiera y Económica de la Universidad La Salle.