Por Francisco Suárez Dávila
¿Cómo podemos explicar la situación actual de nuestro país y que la gente entienda su gravedad? Me parece que es válida la analogía con el paciente que sufre un cáncer con metástasis que se extiende para amenazar los órganos vitales del cuerpo humano. Aquí el paciente sería el Estado mexicano, el cuerpo político, social y económico.
El origen del cáncer y su más grave y más profunda manifestación, con la más extendida y más difícil de operar, que afecta al paciente a lo largo de casi todo su cuerpo, más de la mitad del territorio, es el de la inseguridad y la violencia, vinculada con el crimen organizado y el tráfico de drogas, y otros negocios como la extorsión. Es el que parece más incurable, porque ha penetrado, se ha enquistado en todo el tejido de las células sociales: los gobiernos locales, los procesos electorales, poblaciones enteras que viven de su dinero y sufren su terror. Se desarrolló por la pasividad, la ineptitud y quizá la complicidad del gobierno de AMLO, expresado en la consigna de “abrazos y no balazos”. Simplemente no hubo cura por 6 años. Esta enfermedad hace crisis en los asesinatos de los líderes limoneros y del presidente Municipal de Uruapan.
Una posible cura se convirtió en parte de la enfermedad: una “militarización” progresiva, en que las Fuerzas Armadas se extendieron a actividades que no le son propias: hoteles, aduanas, puertos, aeropuertos, líneas aéreas, ferrocarriles, vías de comunicación. Ello, descuidando el control del territorio, esencia de la soberanía, que han perdido en amplio porcentaje. No ha habido, como parte del tratamiento, ningún fortalecimiento de las policías estatales y municipales, antídoto indispensable. La Policía Nacional se convirtió equivocadamente en Guardia Nacional, pasó al control de la SEDENA, sin preparación para ejercer funciones policiacas.
La grave metástasis se extiende a la estructura ósea y particularmente la columna vertebral. Significa el serio deterioro de la democracia amenazada de muerte y el paulatino surgimiento de un régimen autoritario populista, enfermo e incapaz. Significa la anulación del Poder Legislativo. El gobierno, por triquiñuelas, logró una mayoría calificada, que no logro en las urnas. La ha aprovechado para hacer varias “deformas constitucionales”. Ha sido escena de muchos bochornosos e indignos espectáculos, y actúa como oficialía de partes, aceptando sin discusión y “sin cambiar una coma”, lo que envía el Ejecutivo.
Continúa la enfermedad con la destrucción del Poder Judicial, a través de un absurdo sistema de elección judicial, de miles de jueces, algunos sin ninguna preparación o experiencia jurídica, con burdos acordeones preparados para guiar el voto de los electores de Morena, que no invalidó el ya cooptado Tribunal Electoral y que fue legitimado por el 10% de los votos. Este proceso se agrava por las reformas a la gran creación jurídica mexicana, convertido en “juicio de desamparo de los particulares” ante el Estado. Se destruye así la división de poderes.
También alcanza al Poder Ejecutivo, a través del cáncer en el gabinete de la 4T, uno de los peores de nuestra historia, fruto del criterio de elegir sus miembros por lealtad y no experiencia y competencia. Ello se atenúa algo en el presente. El problema se complica con la seria extensión de la corrupción, que penetra todos los niveles, inclusive figuras claves de Morena, con absoluta impunidad. Sin acciones ejemplares, la política anticorrupción carece de credibilidad.
Las manifestaciones del cáncer, en su dimensión social, afectan los órganos vitales de la salud, la educación y el empleo. Se intentó alimentar al paciente con una dieta fuerte en grasas y azúcares, que propiciaron diabetes y obesidad. Los programas de Bienestar Social de AMLO, que absorben cuantiosos recursos: 1 billón de pesos de transferencias monetarias, realmente significan dádivas para paliar la pobreza, pero no da los medios para salir de ella. Su objetivo real fue comprar votos y afianzar el poder con una clientela amplia, adormecida por la droga financiera, eliminando el incentivo para trabajar o estudiar. En el sistema de salud, “mejor que el de Dinamarca”, con la desaparición del Seguro Popular se dejó sin acceso a la salud al 40% de la población, aumentó el gasto de “bolsillo” de los más pobres; se dejó a millones de niños sin vacuna, murieron innecesariamente miles bajo el impacto del Covid-19; se produjo un crónico desabasto de medicinas, se dejó a los institutos de Salud, “las joyas de la corona”, sin suficientes recursos para operar (cancerología, nutrición), miles de niños con cáncer desamparados.
En el sistema educativo la debacle se inició durante el Covid-19, con una muy elevada deserción escolar; el sistema “nuevo” de educación, de inspiración cubana, ha generado analfabetas disfuncionales acreditados por diversas pruebas, en que los jóvenes de 7-14 años carecen de comprensión de la lectura, ya no digamos matemáticas y ciencias para enfrentar la era digital; las universidades públicas carecen de recursos. El principal apoyo se da en pensiones a los adultos mayores, sin discriminación por ingresos, que recibe medio billón de pesos (igual al presupuesto de la Secretaría de Educación). Se privilegió el apoyo al pasado y desvía recursos a los jóvenes para su futuro. Sí ha becas Benito Juárez que dan dinero a los estudiantes y no hay dinero para mantenimiento en inversión en escuelas y formación de profesores. En materia de empleo, más de la mitad se ubica en la economía informal con muy baja productividad en miles de Pymes, que no pueden pagar los más altos salarios mínimos. Hay en la práctica dos economías.
Este cáncer extendido ha producido en el paciente una gran debilidad económica. El crecimiento económico de 1% a lo largo de 7 años, es el más bajo de nuestra historia en un siglo, y de los más bajos de América Latina (solo le ganamos a Cuba, Haití y Venezuela). Ello se sustenta en las más bajas tasas históricas de inversión pública y privada, con muy negativas consecuencias sobre la infraestructura que se cae a pedazos. Además, de muy baja, la inversión está muy mal asignada a los proyectos emblemáticos de AMLO: el tren Maya, la refinería de Dos Bocas, el nuevo aeropuerto AIFA, y la cancelación de un gran proyecto en Texcoco; la nueva aerolínea de Mexicana, todos con sobrecosto, todos pierden y encaminados al fracaso. A ello se agrega las ocurrencias de las nuevas líneas de ferrocarriles que absorben grandes cantidades de dinero (más de $100 mil millones) y están destinados a generar pérdidas. En términos de nuestra analogía, el cáncer produjo, por falta de inversión, un deterioro de la masa muscular en las piernas del paciente, que lo condenan a caminar con lentitud y fragilidad, requiriendo el uso de silla de ruedas.
Esta condición del organismo se agrava por una “anemia” fiscal, que no le permite recursos, sino para sus programas emblemáticos. La solución ha sido recurrir a una especie de “droga adictiva hacendaria”, al crecimiento de la deuda que en estos años se duplicó de 10 a 20 billones de pesos, también el mayor nivel histórico. Su servicio ahora absorbe toda la nueva deuda para pagar intereses.
El organismo enfermo resulta amenazado por un ambiente externo poco favorable. Las amenazas del gobierno de Trump, que significan constantes presiones e “hipertensión” para erradicar el tráfico de fentanilo, crimen organizado y que, como remedio equivocado, prescribe los aranceles, dificultando aun más la recuperación del paciente. Al gobierno trumpiano le preocupa que la enfermedad mexicana, sobre todo si desemboca en una crisis, pueda afectar su propia salud y le da tentaciones para intervenir.
El cáncer y su propagación por metástasis requiere se ataquen los diferentes síntomas, por una cura integral, incluyendo tratamiento por quimioterapia:
1º El gobierno debe atacar y erradicar el principal foco de la enfermedad: la inseguridad y vigilancia rampante. Significa, ¡aplicar la ley y ejercer la autoridad, que no es represión! Reincorporar las Fuerzas Armadas a cumplir sus funciones de recuperar el control del territorio nacional. Abandonar las actividades empresariales y otras que no le son propias.
2º La Guardia Nacional debe regresar al control civil en la Secretaría de Seguridad, fortaleciéndose las policías estatales y municipales.
3º Tarea fundamental es que impere el Estado de derecho. Puede imaginarse el efecto sobre confianza que tendría anunciar que se cancela la “deforma judicial” para hacer una verdadera que se sustente en una carrera judicial y se revierta la equivocada reforma al juicio de amparo.
4º Fortalecer el legislativo como órgano autónomo y desde luego evitar una reforma electoral que lo debilite más, cancelando los plurinominales. En suma, retomar el sendero de la democracia, con los contrapesos necesarios.
5º Fortalecer la administración pública para que pueda gobernar. Cambiar buena parte del gabinete, como lo hizo Ávila Camacho, creando uno de “unidad nacional” con los mexicanos más competentes, no los más “cuates e incompetentes”.
6º Lucha contra la corrupción, dándole credibilidad, cancelando la impunidad de figuras conspicuas de Morena.
7º Privilegiar el objetivo de acelerar el crecimiento mediante un Pacto Nacional, sustentado en un plan de inversiones estratégicas, cancelando ocurrencias y disparates, como los nuevos ferrocarriles.
8º Crear una verdadera política social que debe sustentarse, no en dádivas para ganar votos, sino en dar los medios para superar la pobreza, que es una política educativa de calidad a todos los niveles, un Sistema de Salud Universal eficaz dotado de medicinas y, una política de empleo productivo que va con el crecimiento.
9º Hay incertidumbres sobre qué Acuerdo Comercial surgirá de la revisión del T-MEC. Lo que debemos hacer es aprovechar el tiempo para hacer nuestra tarea interna, una estrategia integral de desarrollo con crecimiento acelerado y suficientes recursos, una política industrial que fortalezca nuestras cadenas productivas en el contexto de la integración de América del Norte que no desaparecerán, pero que deben tener mayor contenido nacional; incorporar más la innovación tecnológica, ingresar a la era digital.
10º Un cambio estructural en la política energética hacia energías limpias; reconfiguración de Pemex con participación privada, pago a proveedores; reconstruir la infraestructura que se cae a pedazos. Este es el tratamiento integral que deberá aplicarse para curar el cáncer que nos afecta, frenar su expansión y metástasis, y recuperar la salud de nuestro cuerpo político, económico y social para un bienestar compartido.
El expresidente De la Madrid, que inició su gobierno también con una seria crisis por deuda desbordada, expresó en su discurso de toma de posesión: “No dejaré que el país se deshaga en las manos” Actuó con firmeza y determinación. Salimos de la crisis haciendo reformas estructurales hacia el futuro.
La presidenta Sheinbaum está enfrentando solo en las últimas semanas en frentes muy diversos serias crisis -ese cáncer generalizado: corrupción en todos los ámbitos y altas esferas del gobierno, la inseguridad que brota en toda la república, evidenciado por los asesinatos de Michoacán, la guerra abierta en Culiacán, Estados Fallidos; los brotes de problemas que afectan la producción de maíz y la inconformidad de agricultores, transportistas, médicos y maestros, estudiantes y jóvenes manifestantes; la economía en caída, un desplome de la inversión por factores de confianza, la insuficiencia de recursos fiscales y las presiones de intervención trumpiana, azuzada por amplios pliegos petitorios de los empresarios extranjeros; ruptura de relaciones diplomáticas con países hermanos, aislamiento internacional autoimpuesto, caída de remesas; echarle la culpa a los que ejercen la crítica y no asumir la propia, favoreciendo la polarización y no la unidad nacional.
En efecto, si no se da una amplia estrategia de curación de este cáncer extendido con metástasis creciente, ¡el país se le puede “deshacer de las manos”! ¡Hay que actuar para evitarlo, esta es la oportunidad para retomar una senda de prosperidad que puede lograr!

