Por AIDÉ GARCÍA HERNÁNDEZ, Directora de Católicas por el Derecho a Decidir México.
En México, los avances hacia la justicia reproductiva han sido posibles gracias a la lucha constante de los movimientos feministas, de las organizaciones en defensa de los derechos sexuales y reproductivos y de los fallos progresistas de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Sin embargo, aún persisten retos importantes: en varios estados el aborto no está plenamente reconocido y el estigma —expresado en prejuicios, silencios y miedos— sigue siendo una barrera para el acceso efectivo a la salud.
La Ciudad de México, pionera en despenalizar el aborto hasta las 12 semanas desde 2007, hoy enfrenta la contradicción de mantener en su Código Penal la figura del delito de aborto, aun contando con servicios legales y accesibles. Esta inconsistencia jurídica no solo complica la práctica cotidiana, también debilita la construcción de un precedente sólido de justicia reproductiva que impulse reformas en otras entidades del país.
Los datos muestran la importancia de avanzar en la justicia reproductiva: antes de 2007, el aborto era la cuarta causa de muerte materna en la capital. Desde entonces, dejó de figurar entre las causas de muerte materna en la Ciudad de México. Más de 292,000 mujeres y personas con capacidad de gestar han accedido de manera gratuita y segura a la Interrupción Legal del Embarazo (ILE). Los servicios de ILE se ofrecen en hospitales y clínicas del gobierno de la CDMX. Las emergencias obstétricas por abortos inseguros se redujeron en más del 80%, y cerca del 80% de las interrupciones se realizan con medicamentos avalados por la OMS, lo que ha permitido salvar vidas y garantizar servicios seguros y cercanos (ile.mx, 2024).
El debate sobre el inicio de la vida sigue vigente y, a veces, es intenso. La ciencia no ofrece una única respuesta, lo que recuerda que lo esencial es respetar la libertad, la dignidad y la capacidad de decidir de cada persona. Esta conversación también se cruza con la dimensión religiosa, por su peso histórico y cultural. Hoy existen comunidades y voces dentro de distintas tradiciones —incluida la católica— que promueven el respeto, la compasión y la libertad de conciencia. La pluralidad de interpretaciones, tanto científicas como religiosas, permite un diálogo incluyente y no dogmático, y reafirma la importancia de un Estado laico que garantice derechos en sociedades diversas.
Por ello, desde Católicas por el Derecho a Decidir impulsamos estrategias para la despenalización social del aborto y, en las próximas semanas, lanzaremos la campaña “Abortar es un hecho. Decidir es nuestro derecho”, una invitación a hablar del tema sin prejuicios, con evidencia y con empatía. Así mismo, con motivo del Día de Acción Global por el Aborto Legal, Seguro y Accesible este 28 de septiembre, decidimos publicar este artículo como parte del proceso de despenalización social.
La realidad es clara: todos los días, mujeres y personas con capacidad de gestar deciden sobre sus embarazos por motivos tan diversos como sus vidas. Quienes acompañamos estos procesos lo sabemos bien; no hablamos de teorías abstractas, sino de historias concretas. Como señalan diversas expertas mexicanas en derechos sexuales y reproductivos, incluyendo a Martha Sánchez, Susana Chávez de la Paz y Mónica Mayer, “la decisión de interrumpir un embarazo está condicionada por múltiples factores sociales, económicos, familiares y culturales”. Nombrar esta complejidad es un acto de honestidad y cuidado.
Por eso, no se trata de pedir permiso ni de dar más explicaciones; se trata de exigir respeto y de avanzar hacia una despenalización social que coloque en el centro la dignidad, la libertad y la salud. Hablar del aborto sin estigmas, con naturalidad y empatía, es reconocerlo como lo que es: una decisión personal y legítima.
Sigamos dialogando con apertura y respeto. Apostemos por un México en el que nadie sea juzgada por decidir sobre su cuerpo y su vida. Construyamos juntas, juntos, juntes un país donde la libertad de decidir sea vivida en paz, sin miedos ni silencios.