Laura Moreno Rodríguez
El vínculo de solidaridad entre México y Chile data desde el amanecer de nuestras repúblicas, en pleno proceso independentista frente a la corona española. Hace exactamente 200 años, en 1825, Chile abrió un consulado en Ciudad de México, esto tras haber apoyado decididamente la independencia mexicana, enviando una escuadra naval al mando de uno de sus héroes navales, Thomas Cochrane. Posteriormente, el 7 de marzo de 1831, ambos Estados inician oficialmente relaciones diplomáticas firmando un Tratado de Amistad, Comercio y Navegación. Tres décadas más tarde, en 1864, durante la segunda intervención francesa en México, Chile reconoció el gobierno del presidente Benito Juárez.
Tras casi 150 años de relaciones ininterrumpidas, el gobierno mexicano rompió relaciones con el régimen militar de Chile encabezado por Augusto Pinochet. Hasta el día de hoy, la solidaridad de México con el pueblo chileno en sus años más difíciles es reconocida y recordada con gratitud no sólo por las familias asiladas en nuestro territorio, sino por todos quienes lucharon por la libertad y la recuperación de la democracia. Lo anterior, en función de los principios inspiradores de la política exterior mexicana, a saber, la participación en la resolución de conflictos internacionales, la tradición de asilo político, su lucha por la paz y, finalmente, la promoción del respeto irrestricto a los derechos humanos.
Junto al retorno de la democracia en Chile, también se restablecieron las relaciones bilaterales con México; esto ocurrió oficialmente el 23 de marzo de 1990. Desde entonces, nuestras naciones han estrechado lazos cada vez más, en múltiples materias de cooperación. Sin perjuicio de las materias gravitantes para el desarrollo material de ambos estados, la cultura y la educación han sido los pilares centrales que unen a nuestros pueblos. El trabajo de Gabriela Mistral en la reforma educativa mexicana, que puso énfasis en la ruralidad e identidades, tiene impacto hasta nuestros días. Por su parte, el programa “Escuelas México en Chile”, iniciado tras el mega terremoto de Chillán en 1939, ha sido una exitosa política basada en la solidaridad. Actualmente existen diez escuelas México, todas públicas, desde las cuales se difunden nuestra rica tradición cultural y democrática.
Ante los desafíos del siglo XXI, el pueblo de México decidió enfrentarlos con el proyecto político del Humanismo Mexicano, cuyos ejes principales son el bienestar compartido, la distribución justa de la riqueza, la defensa de la soberanía y los recursos naturales. Desde esta perspectiva, las relaciones internacionales promovidas por los gobiernos de la Cuarta Transformación, es decir, tanto el presidente Andrés Manuel López Obrador como la presidenta Claudia Sheinbaum, están basadas en el respeto mutuo y la dignidad de los pueblos.
El segundo cuarto de este siglo trajo nuevas interrogantes para las naciones, cuyas respuestas necesariamente deben ser dadas de manera colectiva. Las derivas individualistas solo traen pesares a los sectores más precarizados. Establecido lo anterior, haciéndonos conscientes de la estrecha relación entre México y Chile, nuestra tarea es profundizar esta amistad. La cooperación estratégica en esta época debe poner énfasis en la ciencia y la tecnología, tal que respondan a las necesidades de las grandes mayorías. Tanto Chile como México tienen un enorme potencial en cuanto a las riquezas naturales, por lo que, invertir en el desarrollo de cadenas productivas, junto al sector privado, es clave para el futuro.
A 35 años del restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre México y Chile, cobran más sentido que nunca aquellas palabras escritas por la gran Gabriela Mistral: Sé el que aparta la piedra del camino, el odio entre los corazones y las dificultades del problema. Sólo de esta manera podremos heredar un futuro próspero y esperanzador a nuestros pueblos.
Embajadora de México en Chile