Soy devoto de las vacunas. Los mayores logros médicos han sido entubar el agua y crear vacunas. No desdeño ni los avances en materias quirúrgicas ni los nuevos fármacos ni el inconmensurable mundo de la nueva parafernalia de los exámenes de laboratorio y del área de la radiología. Cuando los avances médicos no caminan de la mano con política, economía y justicia, su eficacia disminuye. Establecer prioridades debería ser motto humano, no lo es. Hambre y desnutrición son problemas humanos y de animales no humanos, vigentes y acuciantes.
Disminuir su impacto corresponde al binomio medicina y política, que debería ser trinomio, medicina, política y justicia distributiva. Dichos quehaceres pierden eficacia cuando la ética, esa materia tan desdeñada como necesaria no es parte del imaginario de quienes rigen el mundo, políticos y empresarios asociados a los negocios del chiquero político, sobre todo en el Tercer mundo. Ni todos los políticos ni todos los empresarios son seres sine ética, sin embargo, cuando imperan corrupción e impunidad, el binomio políticos/empresarios sine ética dicta y destruye. Urge vacunar contra hambre y desnutrición. Algunas realidades para multiplicar el desasosiego procedente de fuentes quasi fidedignas como las de la Naciones Unidas. Enumero cuatro.
Primera. De acuerdo a las Naciones Unidas, “Las comunidades vulnerables, que en su gran mayoría dependen de la agricultura, la pesca y la ganadería, y que son las que menos contribuyen a la crisis climática, seguirán soportando la peor parte de los impactos medioambientales con escasos recursos para amortiguarlos”. La nota es veraz; la palabra soportando es inadecuada: sufriendo es más adecuada; añado un hecho incontrovertible: dichas comunidades son víctimas del mundo desbocado, cuyos dirigentes se han dedicado a destruir y a robar.
Segunda. Las Naciones Unidas han advertido que el calentamiento global puede generar hambre sin precedentes: “La agencia de la ONU ha movilizado casi 300 millones de dólares para la acción climática en la última década. En 2020, puso en marcha estrategias para la gestión de riesgos climáticos en 28 naciones que beneficiaron a más de seis millones de personas”. Dos acotaciones. En el mundo habitan 7,750 millones, de los cuales cerca de la mitad perviven en áreas proclives a los cambios nocivos del medio ambiente. Segunda. En armamento se gastan 1,900 billones de dólares anuales, versus los 300 millones…
Tercera. El Secretario General de la ONU afirmó en octubre de 2021, “actualmente cerca del 40% de la humanidad, unos 3,000 millones de personas, no pueden permitirse una dieta saludable; el hambre, la subalimentación y la obesidad van en aumento”. Una observación. Hay suficiente alimento en el mundo, el problema es su pésima distribución y su desperdicio, entre otras sinrazones, por las guerras.
Cuarta. Una nota guatemalteca y, sin duda, mexicana. Informan los rotativos: “La tasa de desnutrición crónica en Guatemala es la más alta de Latinoamérica y la sexta del mundo… en uno de sus departamentos, 38% de los niños padece desnutrición crónica y retraso en el crecimiento… La madre de dos pequeños comenta, ‘…apenas juegan, se mantienen quietitos’”. Una nota. Los pequeños desnutridos no desarrollan sus capacidades cerebrales.
Corolario. Según Naciones Unidas en el mundo mueren cada día 24,000 personas por hambre o causas relacionadas. Según el Fondo de las Naciones Unidas para la infancia, en México, “un año después de la pandemia el 50% padece inseguridad alimentaria grave o severa”. ¿Cuándo contaremos con vacunas contra el hambre y la desnutrición?