Las diferencias en el núcleo familiar en países ricos y pobres son inmensas. La solidaridad, a pesar de los malos tiempos económicos, es mayor en naciones con pocos recursos. Abandono y soledad son fenómenos más frecuentes en naciones adineradas. Esa es una de las (sin)razones de la mayor tasa de suicidio en esos lares.
Holanda legalizó la eutanasia en 2002. Bélgica, Luxemburgo, Canadá, España, Colombia, Ecuador e Inglaterra en este año la han legislado. Entre 2002 y 2024 median 22 años. La eutanasia y el suicidio médicamente asistido son válidos en 12 países de un total de 193 naciones enlistados en la ONU. Muchos años, pocos países, reflejan la complejidad de la situación. En los próximos años, pienso y deseo, seremos testigos del derecho a la muerte digna en más naciones.
En octubre de 2016, miembros de los ministerios de Sanidad y Justicia en Holanda sometieron al Parlamento una propuesta para regular la ayuda a morir a personas mayores cansadas de vivir, sin enfermedades terminales ni sufrimientos insoportables. Esta iniciativa abre el abanico de la eutanasia. Dilucidar las razones a favor o en contra de la propuesta en el Parlamento, y en la opinión pública, incrementará las discusiones sobre la eutanasia.
En octubre de 2024, la ministra de salud holandesa envió una carta al Parlamento con la idea de que aquellos “adultos mayores” —sin especificar edad—, cuya vida carece de sentido, “deberían poder ponerle fin a su vida de una forma digna, de acuerdo a criterios estrictos y cautos”. Y agrega: “aquellas personas que se levantan con la desagradable evidencia de que no han muerto durante la noche y que solo esperan que el nuevo día sea el último, tienen el derecho de acogerse a la idea de someterse a sedación terminal”. La propuesta no requiere que el afectado esté enfermo, basta “el cansancio extremo”.
Razón fundamental de la idea es evitar que las personas se quiten la vida por su cuenta. Resalto la trascendencia de la propuesta. Hacerlo evitaría el dolor implícito del suicidio, el temor, la soledad y la alta tasa de fracasos cuando el acto no finaliza en la muerte. Es más coherente ayudar a morir con fármacos que recoger cadáveres en el Metro.
“No hay salida para los que ya no desean vivir porque estiman completo su ciclo. Han perdido a sus seres queridos y a sus amigos, y caen en la apatía y el cansancio vital”, subraya la propuesta. Enfatizo: la tasa de suicidios en viejos, en países europeos, es “alta”.
Los holandeses llevan a cabo el estudio de la iniciativa tal y como lo hicieron con la eutanasia; han creado una especialidad que combina destrezas médicas, psicológicas y de enfermería; a la vez, antes de aprobar la petición, el encargado de proveer el fármaco deberá sostener varias conversaciones con el solicitante, amén de buscar una segunda opinión.
No se trata de “estar a favor o en contra” de la propuesta. El meollo del brete es discutir las fronteras de la vida, los límites de la autonomía y los significados de la dignidad. El reto es inmenso: ¿qué hacer con personas mayores sin enfermedades que han perdido el interés en la vida?; ¿acompañarlos y apoyarlos?; ¿denegar su petición?, ¿orillarlos a suicidarse?
Cada ser es único. Individualizar es un arte complejo. Responder a las preguntas previas exige conocer a la persona. Si se parte de la premisa de que cada ser es diferente, la respuesta afirmativa o negativa a la iniciativa exigirá conocer la geografía íntima de la persona. Faena ardua.
No soslayo la complejidad del tema; cansancio de vivir es un término difícil de definir.
Médico