Recientemente, diferentes ciudades del país han sufrido severas inundaciones debido a la caída torrencial de lluvias; parece ser que en cada aguacero alguna parte de dichas ciudades inevitablemente quedará inundada, cuando a la vez, irónicamente, las mismas ciudades inundadas carecen del abasto suficiente de agua potable. El Valle de México en particular repite el mismo fenómeno, en cada lluvia, partes de la ciudad sufren severas inundaciones, mientras, a la vez, la misma ciudad no cuenta con el abasto suficiente del vital líquido. Los tres órganos de gobierno, federal, estatal y municipal deberían de tomar más en serio las dos caras del problema, que en realidad se trata de uno solo: tanto las inundaciones aparecidas con cada aguacero como la falta de agua en la ciudad. En estos momentos no se vislumbra solución alguna del problema; mientras haya lluvias habrá inundaciones en grandes partes de la ciudad, a la vez que el desabasto de agua continuará creciendo, a menos que se realice un plan muy amplio que simultáneamente retenga grandes cantidades del agua de lluvia y a la vez eleve abasto de agua sin degradar al medio ambiente con extracciones desmedidas y mucho menos privando a otras comunidades del vital líquido.
2025 dejó una pésima experiencia de lluvias, arrojó pérdidas millonarias en domicilios y negocios, con automóviles cubiertos o arrastrados por el agua, el aeropuerto de la Ciudad de México suspendió actividades por varios días asumiendo igualmente pérdidas millonarias, además de la cancelación de actividades y de negocios causada por la inmovilidad y la interrupción de operaciones. Junto a las pérdidas millonarias por las inundaciones, se paralizaron actividades laborales, educativas, de servicios médicos, asistenciales y de todo tipo, interrumpiendo la vida cotidiana y económica de la ciudad. Según información de la CONAGUA, aunque seguramente existen cifras más precisas y actuales, en 2024, 71%, del agua consumida provino del subsuelo, otro 26.5%, fue bombeada desde el Río Lerma y Cutzamala ubicados muy por debajo de la Ciudad de México, a una distancia de aproximadamente 200 kilómetros, otro 2.5%, del agua proviene del Río Magdalena. Anualmente, el acuífero se recarga con cerca de 700 millones de metros cúbicos, pero la extracción asciende a 1,300 millones de metros cúbicos, es decir al Valle de México le faltan aproximadamente 600 millones de metros cúbicos para asegurar el abasto mínimo de agua, es decir, el déficit de agua del Valle de México equivale a casi la misma cantidad disponible en el acuífero o visto de otra manera, por cada litro de agua de recarga se extrae casi el doble.
Los programas de captación de agua lluvia en los hogares no son suficientes para aprovechar el agua de la lluvia, porque los tinacos o cisternas de las casas pueden captar muy poco comparada con el enorme caudal de agua que se precipita con las lluvias. Hacen falta métodos mucho más eficientes y ambiciosos. El problema de la captación de agua de la lluvia es diseñar un modelo que capture mucha más agua de lo que puede hacerse en los hogares y permita simultáneamente resolver tanto el exceso de agua acumulada en las
inundaciones como el desabasto de la misma. Un programa mucho más ambicioso exige realizar grandes inversiones que capture la mayor parte posible del agua de lluvia y la coloque en un enorme depósito, para de ahí canalizarla al consumo humano.
El Sistema de Drenaje Profundo, construido con el objeto de evitar inundaciones y canalizar el agua de lluvia a la agricultura en el estado de Hidalgo, tiene una extensión de 140 kilómetros abarcando en 2010, 99% de la Ciudad de México y 96% de los municipios conurbados. Este sistema como lo han demostrado los hechos ya no responde por completo a sus objetivos. La razón de ello se explica por la falta de obras de mantenimiento y reparación, además que, en años más recientes, se le vertieron aguas negras del drenaje de la Ciudad de México. El agua de drenaje concentra gran cantidad de solidos que se quedan o permanecen en las tuberías, mismos que deben de ser removidos para evitar el bloqueo de las tuberías, se necesita desazolvar o drenar los conductos del drenaje profundo. El mantenimiento o reparación de este sistema aliviaría en gran parte las inundaciones.
Una solución a la falta de abasto de agua y paralela al mantenimiento del Drenaje Profundo consistiría en volver a llenar el lago de Texcoco con agua de lluvia y procesar dicha agua para el consumo humano. Para ello se requiere hacer lo que ya habían hecho los mexicas hace más de 500 años, de separar en el lago, la parte salada del agua dulce. El agua de lluvia se podría captar instalando techos en las grandes avenidas que sufren de frecuentes inundaciones como la Calzada Zaragoza, el Periférico, el Viaducto y otras más, y trasladarla hacia el Lago de Texcoco. Los techos tendrían que ser de material ligero como láminas de metal y el traslado del agua debería de evitar su contaminación con la abrumadora basura del Valle de México. A su vez, sería necesario drenar el Lago de Texcoco para aumentar su profundidad, aliviar la salinización del suelo y del agua y elevar su capacidad de retención de agua. Esa misma agua, una vez tratada y eliminadas sus impurezas podría ser enviada a los domicilios, disminuyendo con ello la sobreexplotación de los mantos acuíferos de la misma Ciudad de México. No obstante, esta propuesta o cualquier otra tendría un costo sumamente elevado y debería ser administrado por un gobierno que no desvíe los recursos.