En México, durante la actual administración, a excepción de los años del COVID, 2019 y 2020, la producción nacional creció por encima del 3%; no obstante, para el presente año y el siguiente, se espera un crecimiento menor al 2%. No es de sorprender tal rendimiento debido en parte a la transferencia de becas y otros apoyos a grupos de la población en su mayor parte de bajos ingresos que incrementaron su consumo y que terminó por elevar la inversión y la producción; a su vez, el salario mínimo aumentó estimulando aún más el gasto de la población de bajos ingresos, ocupada con dicho salario. En este año, 2024, tales apoyos ya no impactan el crecimiento de la misma manera, porque el número de beneficiarios ya no aumenta sustancialmente.

Los apoyos del bienestar pretendieron elevar el bienestar social con becas y transferencias directas, a la par que se realizaron grandes inversiones como el Tren Maya, el Tren Interoceánico, en PEMEX y otras más, todo lo cual atrapó al Estado en un callejón financiero sin salida, pues por otro lado, se pretendió reducir el déficit del gobierno y lograr finanzas públicas en equilibrio, limitando el gasto público a lo estrictamente percibido en impuestos, a fin de no elevar la deuda del gobierno ni estimular más la inflación. Ambos propósitos son completamente incompatibles, imposibles de alcanzar simultáneamente. Mantener elevados desembolsos en programas sociales e inversiones públicas, sin aumentar los impuestos, no le dejó otro camino al gobierno que reducir el gasto público en otras partidas, debilitando con ello la capacidad de dar atención social, supervisar, regular y fomentar la actividad económica, desatendiendo áreas fundamentales como la educación, la salud, la investigación y otras más que se tradujeron en protestas sociales como el problema del abasto de agua, la atención a la salud, el aumento de salarios diferentes al mínimo, el abasto de medicamentos, becas de posgrados, entre otros aspectos cada vez más desatendidos por el gobierno. La tónica del gobierno actual ha sido reducir cada vez más el gasto en actividades públicas esenciales hasta llegar el punto de cancelarlas como sucedió con el Fondo para Desastres Naturales (FONDEN), algunos órganos autónomos, las guarderías y otros programas más, a su vez la falta de presupuesto obliga a retrasar los pagos del bienestar calendarizándolos con plazos cada vez más largos o buscando formas de diferir o retrasar los pagos.

Esta contradicción no se resuelve con reformas fiscales ni con aumentar impuestos. El impuesto sobre la renta (ISR) absorbe 30% del ingreso personal, el IVA en la mayoría de los casos abarca 16%, además de otros impuestos adicionales, la población termina por pagar impuestos que rebasan el 50% de su ingreso. Los elevados impuestos hicieron emigrar gran número de negocios hacia la informalidad y que más del 50% del empleo se localice en dicho sector sin pagar impuestos. A su vez, el crecimiento del país depende fundamentalmente del mercado interno, dominado por el sector informal como se ha dicho, que no paga impuestos. En cambio, el ingreso total del gobierno, en 2023, y 2024, dependió de los impuestos 65.8%, y 66.2%, respectivamente. En los mismos años, los impuestos en relación al PIB, apenas y representaron, 14.2% y 14.6%, respectivamente, es decir, los impuestos son fundamentales para el Estado, abarcan gran parte del ingreso personal, pero constituyen una parte pequeña del ingreso nacional, que posiblemente subiría al doble si el sector informal pagara impuestos. El comercio exterior por su parte, genera más del 33% del PIB, pero paga no más del 10% del total de impuestos, Esta parte significativa de la generación de riqueza del país no paga impuestos por el acuerdo del T-MEC con los Estados Unidos y Canadá, con quienes México aceptó no cobrar impuestos a compañías pertenecientes a la región, pese a darles el mismo trato que al capital nacional, además de proporcionarles toda la infraestructura necesaria para operar. En suma, el gobierno le quita a la población en impuestos más de la mitad de su ingreso, con ello reduce poder de compra del mercado doméstico, a su vez, los impuestos representan la mayor parte del ingreso del gobierno, pero es poco para impulsar el crecimiento y sostener los programas de bienestar, provocando la reducción o eliminación de otros programas gubernamentales fundamentales. La única alternativa para el nuevo gobierno de no empobrecer el país que, de seguir por el mismo camino, terminará en poco tiempo por no poder sostener los programas de bienestar, es financiar los gastos del bienestar a través de la emisión monetaria para, lo que implica eliminar la autonomía del Banco de México. Ello no causaría inflación como lo demostró el aumento del salario mínimo, pero en cambio elevaría la inversión y el empleo.

Coordinador de la Maestría en Relaciones Internacionales. Universidad Autónoma Metropolitana Xochimilco

Google News

TEMAS RELACIONADOS