Ya está aquí, por fin cayó “El Abuelo”, Hernán Bermúdez Requena, fundador del grupo criminal “La Barredora”, maestro de la extorsión, el secuestro, el narcotráfico y el robo de combustible en Tabasco, pero más que eso, un mago del engaño, pues pese a controlar el crimen en territorio tabasqueño, nunca fue descubierto por el gobernador Adán Augusto López, que lo designó en el cargo de secretario de Seguridad, ni por el sustituto de Adán Augusto, Carlos Manuel Merino, quien lo ratificó en el puesto.
Las investigaciones federales revelan que “El Abuelo” incluso usaba patrullas y vehículos oficiales para cometer sus actos delincuenciales. Él era el encargado de combatir el crimen, y al mismo tiempo comandaba la banda criminal que azoló por años a los tabasqueños, y que extendió sus áreas de operación a estados vecinos.
Algún bebedizo o pócima embrujada habrá dado a Adán Augusto, pues nunca se enteró de que su canoso muchacho, su policía de confianza, era un pillo. Ese mismo brebaje también hizo que lo bebieran Merino y a muchas autoridades federales que, por casi un sexenio, no vieron que “El Abuelo” mantenía su doble vida de policía y criminal, y forjó un imperio delincuencial en el sureste del país.
Pero ahora está de regreso; fue capturado por las autoridades antidrogas de Paraguay y expulsado de esa nación, y desde ayer duerme en una prisión mexicana.
Y, aunque es muy importante que hable, que diga quiénes fueron sus cómplices criminales y políticos, y si corrompió a autoridades federales, lo más importante es que confiese qué hizo para poder engañar a su jefe Adán Augusto López. Qué artimañas empleó para que el gobernador Adán, que es un hacha en el espionaje y la política, no se diera cuenta de sus actividades criminales.
Por eso, el propio Adán Augusto ha dicho que no teme a lo que “El Abuelo” tenga que decir a las autoridades, pues se sabe con la conciencia tranquila; él no vio ni oyó nada. Y, como el que no sabe es como el que no ve, el senador Adán está libre del pecado original de Hernán.
Usted cree que, si Adán Augusto López hubiese sabido de los crímenes de “El Abuelo”, o peor aún, fuera su cómplice, le permitirían ser el jefe de la bancada oficialista en el Senado, representar a Morena, el movimiento que el sexenio pasado acabó con la corrupción y el huachicol (bueno, con casi toda la corrupción y casi todo el huachicol).
Usted cree que, si Carlos Manuel Merino hubiese sabido que “El Abuelo” era un criminal y jefe de “La Barredora”, y peor aún, fuera su cómplice, se le permitiría seguir siendo el Director General de Aeropuertos y Servicios Auxiliares, cargo que le fue conferido por la presidenta Claudia Sheinbaum, y que hasta el día de hoy desempeña.
Será muy interesante escuchar lo que “El Abuelo” tenga que decir, pues los agudos investigadores de la Fiscalía General de la República podrían resolver no solo este caso, sino que tendrían pistas relevantes para la investigación que siguen por corrupción en los altos mandos de la Marina, pues si descubren como Bermúdez pudo hipnotizar a Adán para que no se diera cuenta de sus fechorías, podrían tener indicios para saber cómo fue que los sobrinos durmieron a su tío, el almirante Rafael Ojeda, el exsecretario de Marina, y construyeron frente a sus ojos la red de tráfico de combustibles robados y evasión fiscal que generó pérdidas por miles de millones de pesos al pueblo, y que podría convertirse en uno de los más grandes y dolorosos escándalos de corrupción de los que haya memoria.
Así que, como diría el gran Gabilondo Soler. “Toma el llavero abuelito. Y enséñame…”
ME CANSO GANSO. – El García Luna de la 4T
“El Abuelo”, al parecer, tiene los mismos poderes mágicos que el gobierno federal; no lo reconoce al secretario de Seguridad Pública del expresidente panista Felipe Calderón, Genaro García Luna. Se ha asegurado que es imposible que un mandatario no sepa que su máximo jefe policial trabaja para el crimen organizado. Desde luego, esa teoría solo es válida cuando se trata de los bueyes de mi compadre, pues en el caso de Adán y “El Abuelo”, estamos hablando de un poder paranormal que permitió el engaño, pero jamás de la corrupción.