Como de pronto parece que vivimos en un mundo al revés, donde lo obvio no lo es tanto y las “verdades alternativas” pululan, lo raro habría sido que el Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (INEHRM) no sucumbiera a la tentación de reescribir nuestro pasado de acuerdo con algunos patrones ideológicos de la Cuarta Transformación.

Hace poco, el hoy exdirector de ese Instituto, Pedro Salmerón, “uno de los mejores historiadores de México”, según el presidente López Obrador (quien también lo describe como “acucioso, profesional” y “extraordinario intelectual de primer orden”) tuvo la desafortunada idea de hacer apología pública de un crimen que sacudió al país entero y, en especial, a la sociedad regiomontana: el asesinato en 1973 de Eugenio Garza Sada a manos, de acuerdo con Salmerón, de “un comando de valientes jóvenes de la Liga Comunista 23 de Septiembre”.

Es claro que no hubo valentía en este asesinato, ni en otros muchos cometidos por esta organización armada cuya abierta descomposición quedó de manifiesto cuando comenzó a apuntar sus armas hacia no pocos de sus propios compañeros y otros militantes de izquierda. Así que puede entenderse la circunstancia de sus integrantes, pero no justificarse.

La revisión “progre” de ese trágico episodio que dejó sin vida a un emprendedor comprometido con el país como Garza Sada (quien decía que “el lucro no es renta para satisfacciones egoístas, sino instrumento de reinversión para el progreso económico y social”), le costó el puesto a Pedro Salmerón.

Hoy, meses después, con la Universidad Nacional amagada y paralizada parcialmente por grupos de encapuchados que se escudan en los legítimos reclamos de las mujeres universitarias contra la violencia, acoso e inseguridad, el mismo INEHRM, dirigido ahora por el historiador Felipe Arturo Ávila Espinosa, ha tenido la iniciativa de organizar un singular Coloquio: “La huelga de la UNAM: A 20 años de su rompimiento”.

¿Cuál huelga? La de 1999-2000 que dejó sin clases un año a los estudiantes de la UNAM y millonarios costos por el saqueo de oficinas, centros de investigación y laboratorios, archivos, bibliotecas, destrucción de mobiliario y equipos, y otros actos vandálicos protagonizados por los ultras identificados como responsables de haber llevado el conflicto (originado por una reforma al reglamento de pagos) a un nivel de irracionalidad e intolerancia desconocido hasta ese entonces por la UNAM.

Desde luego, la solución última –la intervención de miles de efectivos policiacos– no fue la más deseable, pero el camino del diálogo y la negociación fue una y otra vez boicoteado por un grupúsculo de violentos provocadores que esperaban por lo visto adueñarse del espacio universitario. (De hecho siguen ocupando hasta hoy, con absoluta impunidad, el Auditorio Justo Sierra de la Facultad de Filosofía y Letras).

Al final, sin embargo, las pérdidas más importantes las sufrieron miles de alumnos que no terminaron en tiempo y forma sus estudios, los cuales también padecieron el deterioro de la imagen y presencia de la UNAM en el mundo laboral y ante otras instituciones educativas.

Dudo mucho que estos aspectos estén siendo examinados por los distinguidos ponentes del Coloquio del INEHRM que se celebra en estos días, y donde sobresalen algunas figuras muy conocidas incluso por su responsabilidad directa en los acontecimientos antes referidos. En el cartel de participantes sólo faltó Alejandro Echevarría, mejor conocido como “El Mosh”, pero para rendir homenaje a su legado están presentes camaradas suyos como Mario Benítez, Salvador Ferrer, Alberto Pacheco o Javier Fernández, todos ellos procesados en su momento por daños contra la UNAM.

Sobre el enfoque de esta actividad (¿académica?) que sigue su desarrollo en diferentes sedes, un detalle resulta revelador: en su página web el INEHRM dice en un título (del modo más propagandístico e inexacto): “Coloquio. A 20 años de la ruptura militar de la Huelga en la UNAM”, desconociendo o deformando el hecho de que no fue el Ejército Mexicano el que recuperó las instalaciones de la UNAM, sino la Policía Federal Preventiva.

No cuestiono la posibilidad de sacar lecciones de la más traumática suspensión de clases en la historia de la UNAM, pero no creo que los invitados del INEHRM estén dispuestos a ver en todo esto una atrocidad sin precedentes (por la duración de la huelga). Más bien, creo que están orgullosos de su actuación y, por lo que se ve, también muy contentos de que sus herederos (¿o epígonos?) estén siguiendo hoy mismo sus pasos en diferentes escuelas y facultades de nuestra golpeada Universidad Nacional que no puede recuperar, desde hace meses, la normalidad de sus labores.

De acuerdo también con su página institucional, el INEHRM tiene como objetivo “desarrollar y colaborar en la investigación, estudio y difusión de la historia de las grandes transformaciones políticas, económicas, sociales y culturales generadas por las revoluciones que han definido la historia nacional; así como coadyuvar en la formación de especialistas en estos campos…”

¿Será con la participación de los colegas más próximos del Mosh que el INEHRM hace cumplir los fines para los que fue creado? ¿Tiene la huelga de 1999 algo que ver, siquiera remotamente, con las “grandes transformaciones” de la historia nacional que estudia este Instituto? ¿No le resulta al INEHRM por lo menos inoportuno ensalzar una huelga que tuvo graves consecuencias para la vida universitaria, en medio del asedio que vive la UNAM a manos de grupúsculos encapuchados que la pretenden maniatar y chantajear permanentemente como antes hicieron algunos de sus distinguidos ponentes?

Son preguntas que el INEHRM, puesto que funciona gracias a nuestros impuestos, debería responder.

​ariel2001@prodigy.net.mx
@arielgonzlez
Fb: Ariel González Jiménez

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