Julio Sedano mantuvo una segunda vida al margen de su labor como secretario de Rubén Darío. Independiente de la diligencia y honorabilidad que logró aparentar, continuó con sus timos y excesos en París, mientras que el Servicio Exterior Mexicano se mantuvo al tanto de sus actividades y trataba de intervenir para evitar mayores atracos.
Un asunto que se discutió desde la cancillería fue en 1910, cuando Sedano estaba organizando supuestos viajes a México por motivos del centenario. Los funcionarios fueron advertidos de su largo historial de fraudes, los cuales llegaron al punto tal que, aprovechándose de las buenas impresiones que había hecho con Amado Nervo, intentó que Federico Gamboa cobrará en su nombre recaudaciones para un inexistente comité.
Ese mismo año, su matrimonio con Anna María de Beus estaba agonizando. La esposa de Sedano declaró haber contraído nupcias a base de mentiras, pues el mexicano se había presentado como un próspero funcionario comercial, sin ningún augurio de las penurias que la haría pasar, incluyendo las constantes infidelidades. Esto coincidiría con su amistad con la célebre cortesana Mata Hari, de quien se infatuaría y con quien se relacionó de modo íntimo, a expensas de su cónyuge. De Beus, harta de la sordidez, solicitaría formalmente el divorcio; no obstante, este no se consumaría. Tiempo después declaró: “Siento por él una verdadera repulsión… era mucho mayor que yo, arrancó mi consentimiento… es un tipo rastrero, patético, peligroso y capaz de todo”.
Habiendo fracasado en sus tentativas, con la puerta cerrada a un codiciado puesto diplomático, sin contacto con su esposa y con el aparente fin de su empleo con Darío, no permanecería en Francia más tiempo y regresó brevemente a México, tras varios años de ausencia, buscando congraciarse con los bandos antirrevolucionarios.
Así, trabajó como secretario de Alberto García Granados, gobernador del Distrito Federal, y aunque fue cesado el 26 de junio de 1912, no pararía aquí su proselitismo. Según recupera Gustavo Casasola en su "Historia gráfica de la Revolución Mexicana", Sedano figuraba como un miembro del “Club Patria”, una asociación de simpatizantes de Félix Díaz, quienes promovían su candidatura a la Presidencia.
Sin éxito en sus esfuerzos, regresaría a Europa en 1914 junto con Darío, esta vez desembarcando en Barcelona. Ni la enfermedad ni la muerte del escritor detuvieron su siguiente estafa: la creación de una empresa fantasma. Sedano se haría de recursos convenciendo a distintos residentes de la ciudad de adquirir acciones del “Palacio Hispano Americano”, aceptando incluso pagos en especie. Llevó la mentira hasta sus últimas consecuencias y durante más de un año vendió acciones, aun cuando el edificio donde se ubicaba el “Palacio” se encontraba abandonado.
En su total falta de escrúpulos, arregló que se publicara en Cataluña un falso nombramiento que lo designaba como nuevo cónsul. Confiado, llegó a exigir las llaves del recinto, sin contar con que las autoridades estaban enteradas de su pasado delictivo. Por estos hechos, pisó la cárcel por primera vez el 31 de marzo de 1916.
Aunque saldría en libertad unos meses después, la lista de sus fechorías era tan amplia que, tan pronto como salió, ya estaba llamado a comparecer otra vez. Ansioso por su situación económica y legal, recibiría una propuesta de una vieja amiga: Mata Hari lo estaba convocando a Francia, pues tenía trabajo para él. Sedano aceptó sin saber que estaba sellando su destino.