En las olimpiadas de París del año 1900, ocurrió un suceso crucial para la historia de México: nuestro conjunto de polo logró conseguir la que sería la primera medalla de la nación en nada menos que en el debut olímpico de este deporte.

La integración de esta competición ecuestre a los juegos se dio, en parte, gracias al apoyo de Daniel Marillion, quien era una figura de importancia en la organización.

Así, se abrió una oportunidad para la selección mexicana compuesta por los hermanos Escandón y Barrón: Manuel, Pablo y Eustaquio, junto al estadounidense William Hyden Wright, bajo el nombre de “Norteamérica”.

Ángel Gilberto Adame
Ángel Gilberto Adame

Los Escandón eran una familia de aristócratas que “como muchos caballeros mexicanos de entonces, habían estudiado en el colegio jesuita de Stonyhurst, Inglaterra (y que) como la mayoría de la gente de su clase (…) se sentían más cómodos en Europa que en México; no es que no amaran a su país, pero les parecía un tanto bárbaro”.

La justa, que se dio entre el 28 de mayo al 11 de junio, resultó peculiar, dado que sólo participaron cinco equipos y la mayoría estaban formados por participantes de distintas nacionalidades, pues el concepto de representación por países no estaba claramente establecido.

Según narran las crónicas, “el Foxhunters Hurlingham venció al Compiègne Polo Club en cuartos de final (10-0), al Bagatelle Polo Club de París en semifinales (6-4) y al Polo Club de Rugby en la final (3-1). El equipo ganador estaba integrado por británicos y estadounidenses. Los jugadores del Polo Club de Rugby, que perdieron la final tras vencer por 8-0 al equipo mexicano en semifinales, lo componían británicos, estadounidenses y franceses. El tercer lugar lo compartieron entre el Bagatelle Polo Club de París (Francia y Reino Unido) y el equipo mexicano”.

En ese entonces, las preseas no se asignaban formalmente como se hace en la actualidad, por lo que este logro casi pasó desapercibido. De hecho, en la prensa mexicana únicamente se dio cuenta de la llegada de los hermanos Escandón a París para visitar la Exposición. La principal razón de este desdén fue la pésima organización del campeonato, incluso no se realizó ceremonia de apertura ni de clausura.

El paso del tiempo no contribuyó a que se valorara la trascendencia del acontecimiento. No fue hasta que los historiadores deportivos más actuales comenzaron a considerarla. Por ejemplo, Ana Laura de la Torre Saavedra menciona que el “triunfo (…) de los hermanos Escandón, (...) permaneció durante muchos años en las sombras. Habían participado en unos juegos que fueron una curiosidad de la Exposición Universal de 1900.

La prensa mexicana hizo eco de lo que era importante para la administración de Díaz: la promoción de las victorias en la industria, la agricultura, la arquitectura o la ganadería”.

Este hito representó un punto de partida para los mexicanos en el escenario olímpico internacional, en un periodo donde se estaba construyendo una identidad nacional luego de décadas conflictivas. Dicha conquista evocó un proceso de transformación, ya que el competir en el más alto nivel de una de las disciplinas tradicionales europeas, como lo es polo, marcó el antes y después de la percepción del país ante los extranjeros. La ideología del positivismo europeo era un estandarte en los intereses políticos de Porfirio Díaz y la actuación en eventos internacionales, como en esa ocasión, proyectó una imagen de progreso. Esa presea demostró que los atletas mexicanos podían contender en la élite mundial.

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