El daguerrotipo fue un procedimiento fotográfico creado por Louis Jacques Mandé Daguerre, cuyo sistema consiste en el pulimento de barras de cobre fotosensibilizadas usando vapores de yodo. A partir de que el gobierno francés adquirió el método, se permitió su uso en cualquier parte del mundo sin patente. Así fue como la creación llegó hasta México, introducida por el grabador Jean François Prelier Duboille.
Una de las sucursales de daguerrotipo más reconocidas por los capitalinos fue “Fotografía Daguerre”, propiedad de José Martínez Castaño, ubicada sobre la calle Puente de San Francisco número 16, en el cruce con San Juan de Letrán, en contra esquina de la Legación de Bélgica, entre el Jardín de Guardiola y la Alameda, en el segundo piso, arriba de una botica. Cabe mencionar que el dueño era hijo de Andrés Martínez, también fotógrafo pionero, quien tuvo un estudio en la ciudad, en específico en la calle de Naranjo.
En una instantánea, realizada desde la altura de la Plaza Guardiola, se puede observar que la parte superior del negocio estaba tapizada de rótulos que invitaban a los transeúntes a pasar a retratarse. El afiche central era prueba de la obstinación del fotógrafo: “Aunque esté nublado o lloviendo se retrata todo el día”. A la derecha del edificio, justo en la esquina, se encontraba una clínica del doctor Leslie Keeley, especializada en tratamientos para alcohólicos, y a su izquierda se encontraba otra edificación de cuatro pisos que se cree fue alojamiento del consultorio del dentista S. Paumgartner, de la fábrica de muebles de bambú “La Crisantema”, y de un almacén de fonógrafos, entre otros.

Gracias a un plano de la metrópoli es posible saber que el taller había pertenecido previamente al fotógrafo Luis Manero, quien lo instaló en 1883, bajo el nombre “Fotografía L. Manero”, a dos números de las oficinas de redacción de "El Monitor Republicano". No se tiene certeza de la fecha en la que cambió de propietario, sin embargo, se sospecha que fue cerca del año 1900, cuando comienza a figurar en la prensa el nombre de Martínez Castaño como el autor de la publicidad del establecimiento.
A propósito de ello, la casa fotográfica se promocionaba en los periódicos, principalmente en "El Alacrán", como “la más elegante y la más bien montada; todas las comodidades ofrecidas para irse a retratar se tienen en esta casa; todo el material que se emplea es el mejor que se conoce en casas que cobran el triple de los precios de esta y además se hacen obsequios. Visitad la casa antes de retrataros en cualquier otra parte”. Los precios que manejaban eran los siguientes: 12 retratos mignon por un peso, 12 retratos victoria por tres pesos, 12 retratos imperial por cuatro pesos, 12 retratos princesa por 6 pesos, y 12 retratos salón por 8 pesos, al igual que las amplificaciones de tamaño natural.
En junio de 1900, con la intención de atraer más clientes, se anunció que se regalaban “25 retratos postales de su misma fotografía, a toda persona que se retrate desde tamaño princesa”. Con el mismo fin, para 1902, formó una alianza con la cigarrera “El Buen Tono”: al presentar 250 cajetillas de cigarro de cualquiera de sus marcas, se regalaba una sesión de 12 fotos de tamaño miniatura en seis posturas distintas.
A pesar de su popularidad, “Fotografía Daguerre” pasaría a la historia no por la calidad de sus servicios, sino por una foto que se tomó en sus instalaciones y que, irónicamente, no fue capturada por ninguno de los fotógrafos del estudio.