Joaquín de la Cantolla realizó varios vuelos en 1867, de hecho, la navidad de ese año se efectuó su octava y gloriosa ascensión. Tal era la admiración que inspiraba que, el 2 de enero de 1868, uno de sus colegas, Manuel G. Puente, le dedicó unos versos donde lo instaba a continuar sus hazañas: “Nunca abandones la grandiosa empresa / Que arrogante afrontaste y valeroso: / Del pecho mexicano la enteresa [así] / Advierta el extranjero desdeñoso”.

Luego de tres años sin viajes relevantes, quizá para que los juaristas olvidaran su añeja simpatía por Maximiliano, el 24 de septiembre llevó a cabo un vuelo en celebración del establecimiento del Congreso de la Unión, de talante liberal. Debido a esto, los diputados propusieron reunir una “suscripción decente” para retribuirle económicamente, algo que al parecer no sucedió. Tal vez en respuesta a esto, en octubre, el piloto publicó una carta en “El Ferrocarril” donde suplicó el apoyo de los congresistas y demás interesados, para seguir “probando entre otras cosas, la comunicación telegráfica desde altura, muy propia para reconocimientos militares”. Este y otros esfuerzos posteriores fracasaron y nunca reunió la suma que necesitaba.

Para celebrar el aniversario de la Independencia, en 1874, se programó una ascensión, en la cual el navegante presentaría una nueva aeronave. El anuncio apareció en todos los periódicos durante la segunda semana de agosto, no obstante, en los primeros días de septiembre, Jesús Carrión, otro aerostero, le hizo una grave acusación por medio de un escrito en el que sugería que De la Cantolla había llegado al mismo resultado que él con su invento, lo que hizo que la presentación de aquel se suspendiera.

Ángel Gilberto Adame
Ángel Gilberto Adame

Joaquín no exhibiría un invento suyo sino hasta 1877, cuando anunció que estaba por terminar su nuevo globo, Vulcano, “aunque con sacrificios inauditos que a su tiempo haré conocer”. Describió su creación a detalle: “la media esfera superior […] será roja adornada con grandes borlas y anchos flecos de oro. La parte inferior es de color perla, colocadas en ella grandes águilas que detendrán […] los nombres de los distinguidos aeronautas mexicanos, los señores Benito L. Acosta, Manuel Gómez Puente e Hipólito Escobedo”.

La primera prueba de Vulcano se realizó en octubre en el Palacio de Minería y la ansiada elevación se dio hasta el 16 de diciembre. Para su mala fortuna, ese mismo día se celebraron votaciones para elegir a los miembros de los cabildos de la metrópoli y los editores del diario La Bandera Nacional dieron a conocer una fuerte crítica donde culpaban a De la Cantolla por ser una distracción del gobierno mientras “se eligía un ayuntamiento para la buena ciudad de México”.

Por si fuera poco, la demostración fue un fracaso, pues “la citada función entre diez y once, […] no ocurrió sino hasta la una y cuarto”. Como resultado, el público mostró su descontento. Según se dijo, “los que tuvieron la fortuna de hallarse bajo el globo […] lo hicieron pedazos”, y se añadió que otros “se contentaron con silbar” y “que todavía media hora después del percance no cesaban”. Se dijo que el alcohol tenía agua, que la confección de la aeronave no era la adecuada e incluso que habían cortado una cuerda antes de tiempo, pero no se confirmó la causa del fracaso. Luego de tantos vuelos fallidos, Joaquín comenzó a hacerse de mala reputación, lo que permitió que otros navegantes, quienes tendrían menos contratiempos, como Severiano Alemán, ganaran la preferencia del público.

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