El quinto aniversario de la muerte de Madero movilizó a los medios de la ciudad. Rafael Martínez “Rip-Rip”, gerente del diario "El Demócrata", fue uno de los mayores entusiastas en los preparativos de la conmemoración, incluso involucró a Carmen Serdán con la idea de levantar una estatua en la Plaza de Guardiola. No obstante, a pesar de sus esfuerzos, el ayuntamiento de la metrópoli obstaculizó su plan.
De igual forma, sus intentos fueron vanos cuando trató de fijar una lápida de mármol de la mejor calidad, “una pieza verdaderamente artística”, a un costado del famoso balcón de la “Fotografía Daguerre”. Se pretendía que el descubrimiento de la placa se hiciera en una ceremonia, que contaría con un pequeño programa y la presencia, entre otras autoridades, del gobernador del Distrito Federal, el general Alfredo Breceda, para presidir el evento. Sin embargo, la celebración se vio entorpecida por los nuevos arrendatarios del segundo piso, personas ajenas a la familia Martínez Castaño y al negocio, quienes, según “Rip-Rip”, fueron “amenazados con ser incluidos en las listas negras” si permitían la colocación de la losa.
La placa al final se develó el día estimado, el 9 de febrero —justo un lustro después del inicio de la Decena Trágica—, pero sin solemnidad alguna y lejos de la vista de los transeúntes, en el nivel superior al mirador. Su inscripción homenajeaba uno de los episodios más tensos de la Revolución: “Aquí se resguardó el Sr. Presidente de la República, Francisco I. Madero, el 9 de febrero de 1913, en los momentos en que iba a ser asesinado. Recuerdo de ‘El Demócrata’. 2-9-1913”. El modesto gesto fue pasado por alto por casi todos los diarios, a excepción de "Revista de Revistas", que le dedicó una nota de apenas unas líneas en su sección “Notas de la semana”.

La “Fotografía Daguerre” fue protagonista de un último evento durante la lucha armada: el 20 de agosto de 1914, Venustiano Carranza entró triunfante a la capital. En su marcha hacia el Palacio Nacional, cabalgó, acompañado de su Estado Mayor, jefes del Ejército constitucionalista y la muchedumbre que se iba uniendo a su paso, desde el ayuntamiento de Azcapotzalco hasta la calle de Tacuba. Cuando la columna iba atravesando la avenida Juárez “de los balcones de los edificios […] llovían sin cesar flores, que daban contra las cabezas de los bravos defensores de la legalidad”. Se detuvieron frente a la casa “Daguerre”, en donde el obrero Manuel Rodríguez le dirigió algunas palabras al coahuilense “con el fin de hacer a él, personalmente, entrega de la enseña tricolor que tremoló Madero el día que dieron principio los acontecimientos provocados por el criminal cuartelazo”.
A pesar de estos sucesos, hubo quien negó la trascendencia de la “Fotografía Daguerre” en la historia del movimiento armado que terminó con el porfirismo: “La fotografía Daguerre es histórica en México, esto dice un diario metropolitano con el plausible objeto de hacerle publicidad a esa negociación común y corriente en el ramo de la fotografía. Y pasemos a lo histórico. Allí fue lapidado el general Bernardo Reyes en 1911; desde uno de sus balcones fue estruendosamente silbado el licenciado don Francisco León de la Barra y allí fue donde el señor Madero se refugió para dirigirle la palabra al pueblo la mañana que estalló el cuartelazo en México. ¿Les parece a ustedes que por esto es histórica la Fotografía Daguerre? No, hombre, es como todas las fotografías: sirve para ‘retratar’ a todos”.