A finales de 1912, se anunció la próxima inauguración del Casino Escuela para Gendarmes. Su principal promotor fue Emiliano López Figueroa, inspector de Policía, quien expuso su proyecto a los altos funcionarios que acogieron la idea y le dieron el apoyo necesario.

Se tenía pensado que el sitio fuera un centro de distracción y formación “que elevara el nivel moral e intelectual” de los guardias. El 28 de diciembre se informó que Madero había acordado asistir el jueves 2 de enero de 1913 a las 4 de la tarde a la apertura del recinto. Luego se confirmó la participación de algunos miembros del gabinete y otras personalidades.

El edificio arrendado para instalar el casino fue el antiguo Pabellón Español, ubicado en la avenida Juárez; dicho lugar había servido para montar los salones de exposición de bellas artes en dos ocasiones anteriores y, para el nuevo establecimiento, se adquirieron estantes, mapas, libros y demás útiles básicos. También se habían dispuesto mesas de billar y tableros para jugar dominó y ajedrez, además de una cantina y un gimnasio.

Ángel Gilberto Adame
Ángel Gilberto Adame

El día acordado, desde las tres de la tarde, un escuadrón del primer regimiento de policía montada hizo una guardia al frente del inmueble, a continuación, llegaron 50 hombres del vigésimo batallón con música y portando la bandera. Cada uno de los oficiales venía vestido con el uniforme de gala y “se hacía notar la buena instrucción militar […] denunciada por la uniformidad de sus movimientos”.

El Presidente llegó minutos después de la hora acordada. El clarín marcó su entrada al amplio salón donde fue recibido por López Figueroa, quien lo llevó a su lugar acompañado de los aplausos de los presentes. Para el evento se programaron varios números. El primero fue una obertura cortesía de la Banda de Policía; luego, Serapio Rendón destacó la misión del gendarme, su papel ante la sociedad y todo lo que ésta debe agradecerles por velar por sus intereses.

Lo siguiente fue una interpretación de canto de María Luisa Escobar; posteriormente, los tenientes Izcoa y Rodríguez, profesores de la institución, ofrecieron un espectáculo de asalto a florete; en seguida, el oficial Magdaleno Vela recitó algo de poesía, y el acto cerró con el discurso del Ejecutivo, que dio algunas palabras de aliento para los gendarmes y los exhortó a instruirse ya que “este gobierno, verdaderamente democrático, tiene derecho a encumbrarse cuando se hace valer por su honradez y trabajo”.

La ceremonia quedó inmortalizada en una fotografía donde aparece el coahuilense flanqueado por los jefes y funcionarios asistentes sentados en fila bajo con el escudo nacional, el lábaro patrio y su propio retrato. A su lado derecho se situaron Manuel Bonilla, secretario de Fomento; Fernando González Roa, secretario de Gobernación; Federico González Garza, gobernador del Distrito Federal; el capitán de navío Hilario Rodríguez Malpica y su secretario particular, Juan Sánchez Azcona. A su izquierda se encontraban Miguel Bolaños Cacho, el padre de Madero, López Figueroa, Serapio Rendón y Victoriano Huerta. La escena de los 12 hombres es llamativa por una razón. Y es que Huerta, poco tiempo después, formará parte del golpe militar contra el régimen maderista.

Esta foto resulta interesante, pues es la última que se conoce, hasta el momento, en la que se ve a Huerta junto a Madero antes de la Decena Trágica. La siguiente imagen que aparecerá en la prensa será la famosa instantánea del mandatario y el general en el balcón del edificio de la Fotografía Daguerre.

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