El título de Padre de la patria le correspondió desde un principio a Miguel Hidalgo, pero el de progenitora no se concedió sino mucho después, cuando el Congreso tuvo a bien asignárselo a María de la Soledad Leona Camila Vicario Fernández de San Salvador, en reconocimiento al papel que desempeñó durante el movimiento independentista, facilitando las comunicaciones, valiéndose de su posición social, hasta que fue delatada, encarcelada y sometida a la Santa Inquisición. Fue liberada gracias a una conspiración y así pudo unirse al Congreso de Chilpancingo.
Tras la victoria final, el presidente Guadalupe Victoria buscó romper con lo español y consolidar un nuevo ideario nacional. Una de sus iniciativas fue asignar nuevos nombres a las ciudades utilizando los de los ungidos héroes. En Coahuila se aprovechó que la sede de los poderes fue trasladada de Monclova a la Villa de Santiago, un asentamiento puramente español y, el 5 de noviembre de 1827, oficialmente se transformó a “Leona Vicario, capital del territorio de Coahuila y Texas”. De esta manera, Leona atestiguó un homenaje que muchos no pudieron apreciar en vida.
Sin embargo, la distinción duró poco tiempo ya que los lugareños rechazaron el cambio. Una de sus razones fue la nula relación que existió entre ese territorio y la heroína. Otra radicó en que Leona no gozaba de la simpatía de muchos y sufrió ataques públicos. Se le acusó de defender a los españoles por no estar de acuerdo con su expulsión del país. Ante esto, la interpelada trató de vindicarse. También intercedió por su marido ante las increpaciones de Anastasio Bustamante, lo que le ocasionó múltiples burlas, incluso la tacharon de “apoderada” de Andrés Quintana Roo.
En 1831, Lucas Alamán afirmó que la participación insurgente de Vicario se debió a su devoción conyugal, pasiones propias “del bello sexo”. Leona una vez más se defendió de la felonía: “Confiese sr. Alamán que no sólo el amor es el móvil de las mujeres; que ellas son capaces de todos los entusiasmos y que los sentimientos de la gloria y la libertad no les son extraños. Por lo que a mí toca, sé decir que mis acciones y opiniones han sido siempre muy libres, nadie ha influido absolutamente en ellas y en este punto he obrado siempre con total independencia, y sin atender a las opiniones que han tenido las personas que he estimado. Me persuado de que así serán todas las mujeres, exceptuando a las muy estúpidas y a las que por efecto de su educación hayan contraído un hábito servil. De ambas clases hay también muchísimos hombres. Aseguro a V. Sr. Alamán, que me es sumamente sensible, que un paisano mío, como lo es V. se empeñe en que aparezca manchada la reputación de una compatriota suya, que fue la única mexicana acomodada que tomó una parte en la emancipación de la patria”.
Por todo esto, sólo en las cuestiones formales se identificaba a la ciudad como Leona Vicario, mientras la prensa de la época se refería a ella con la antigua denominación. Carlos Recia sostiene que en muchas poblaciones que también fueron rebautizadas: “La gente no se adaptaba a esos nombres que habían sido impuestos (…), por eso no prevalecieron los nombres de otras ciudades como sí fue el caso en Hermosillo o Morelia que antes se llamaba Valladolid, porque empiezan a bautizar en todo el país los que tenían nombres realistas, les ponen nombres de la independencia”.
El golpe de final se dio en 1834 cuando la legislatura de Coahuila decretó la unión de la población vecina, Villaolguín, con la capital, resultando una nueva metrópoli llamada Saltillo. Poco a poco el papel de la heroína quedó ensombrecido, incluso opacado por otras figuras más populares, como la Corregidora. En 1886 un periódico coahuilense admitió la poca empatía que se le tenía a Leona: “El Diario del Hogar ha dedicado un buen artículo biográfico a esta heroína mexicana. Como es poco conocida en Coahuila la señora Leona Vicario, no obstante de haber llevado su nombre por muchos años esta capital, hoy empezamos a reproducir tan notable artículo”.
Para 1902 se haría un empeño por devolverle la distinción pérdida. La que en otro tiempo fue la Hacienda de Santa María se convirtió en el municipio Leona Vicario, irónicamente, ubicado en el actual estado de Quintana Roo.