Guillermo Colín Sánchez, quien fue mi maestro de derecho procesal penal en la Facultad, fue un destacado penalista y catedrático. Investigador del drama criminal y hombre de gobierno, hizo su carrera en el sector público, de raíces priístas, cercano al grupo Atlacomulco, municipio del cual fue nativo.
Fue un escritor que no sólo publicó amplios manuales, sino que se interesó por el lenguaje en todas sus acepciones. Destaca la publicación de un “Poético jurídico”, ya comentado seriamente por Manuel J. Jiménez, donde el autor hizo una exposición de diversos temas en materia legal auxiliándose de la poesía. Claramente no nos encontramos ante una obra lírica mayor; no obstante, el ejercicio es cuando menos curioso en su intención de querer formular su teoría en verso.
Sirva esto como un antecedente para el tomo más peculiar de su obra, un libro de sumo olvidado y descatalogado, que, sin embargo, al leerlo, uno no puede evitar esbozar una sonrisa. Si bien su trabajo siempre rondó entre el derecho y la sociología, el texto en cuestión, “Así habla la delincuencia” se trata de un compendio del argot delincuencial, lo que él llamaba el “hampa”, una obra de un franco valor sociológico, pero cuyo colorido lo vuelve una lectura amena. Colín era sobre todo un abogado comprometido con la rehabilitación, el tejido social y la educación, aunque se nota su disfrute en ciertos fragmentos.
A continuación, transcribo unas cuantas entradas de este compilado. Estas definiciones no sólo nos ilustran lo que fue una época en nuestro país, sino que algunas son simplemente hilarantes:
“A mí las cuentas claras y el chocolate caliente”. Imperativo: Di la verdad, habla con claridad, ajústate a la verdad.
“Buche (de piedritas llenar el)”. Fastidiar, molestar, aburrir a grado sumo. Por ejemplo: “El pelos de elote ya me está llenando el buche de piedritas, pues siempre que lo vicenteo le pregunto sobre el bisnes que traemos entre manos y me sale con puras...”
“Cualquier brinco es ganancia”. Expresión para significar que ante la imposibilidad de obtener lo que se pensaba, el sujeto se conforma con algo por modesto que sea.
“Dar agua de coco (a su marido)”. Acción de coqueteo de una mujer casada con algún tercero en presencia de su esposo.
“Descocada(o)”. Coqueta, sin recato alguno, fácil, úsase también para alguna persona que se considera poco aceptable por su nivel social o ausente de autoridad moral.
“La divina garza envuelta en huevo (creerse)”. Apto para todo, presumido, mejor que los demás.
“Machetazo a caballo de espadas”. Dícese así en aquellos casos en que le ocurre a un sujeto poderoso algo desafortunado, por ejemplo: Traigo paquete chusco, yo andaba en el bodorrio, ya sábanas que niguas de ganas en ese chante, me aventaron de candil y machetazo a caballo de espadas.
“Pozoleada”. Acción o acto de malos policías, consistente en desvestir a un sujeto, vendarle los ojos y atarlo en una tabla que se coloca a la orilla de una pila con agua para introducirlo, dándole la impresión de que se trata de ahogarlo.
“Viaje (se le ofreció)”. Oportunista, por ejemplo: Nomás vicenteaste que tenía billetes y se te ofreció viaje...
“Yoyo (a lavarse el)”. Palabra compuesta muy usada entre delincuentes o personas carentes de cultura y cuyo significado es: vete de aquí, no molestes ya.
“Así habla la delincuencia” abre la puerta hacia un turbio mundo. ¿Qué otros diccionarios deberían editarse en nuestros días? Colín Sánchez nos da material para pensar en otros compilados necesarios para comprendernos entre vecinos.