En un momento de profunda reflexión y respeto, rindo un emotivo homenaje a un grande del derecho: el Dr. Sergio García Ramírez, distinguido abogado mexicano, cuyo reciente fallecimiento ha dejado un inmenso vacío. Sin embargo, su memoria permanecerá en el corazón de cada abogado, como un faro de humanismo, conocimiento y justicia en el siglo XXI.

Don Sergio García Ramírez fue un pilar del derecho internacional, particularmente en el ámbito de los Derechos Humanos. Su legado jurídico, un tesoro invaluable para México y para el sistema internacional, refleja los más altos valores de cómo un Estado nación debe garantizar los derechos de las personas, como condición previa para vivir en paz. A través de su vida y su obra escrita, demostró ser un hombre de convicciones firmes, éticas y profundamente honestas.

Como catedrático, dejó una huella imborrable en la enseñanza del derecho, forjando a generaciones de juristas con su pasión por la libertad y el pensamiento crítico, consciente de la importancia de garantizar la dignidad humana.

En su papel como servidor público, mostró una humildad ejemplar y una firme determinación en la aplicación eficaz del derecho. Abogó por el respeto a la división de poderes y el fortalecimiento de las instituciones en nuestro país.

Su incansable lucha contra la impunidad y su dedicación a la protección de los derechos de los grupos vulnerables, fueron fundamentales para la promoción y protección de los derechos humanos en el continente americano, especialmente durante su tiempo en la judicatura de la Corte Interamericana de Derechos Humanos.

Como juez y presidente de esta prestigiosa institución internacional, introdujo la importante doctrina del control de convencionalidad, un pilar clave para la protección de los derechos humanos en toda América Latina.

Su pensamiento, centrado en la obligación de los Estados de proteger integralmente los derechos de las víctimas de violaciones, fue la base para la creación del sistema victimal en México, que, una vez se aplique qu haya voluntad política, transformará la justicia (Art. 1o., 17 y 20 Constitucional y la Ley General de Víctimas, replicada en todas las constituciones de las entidades federativas y sus leyes secundarias).

Don Sergio, también se destacó por la defensa de los derechos de las víctimas de violencia de género y los derechos de las mujeres indígenas. Su doctrina enfatizó la necesidad de prevenir la violencia en todas sus formas, abogando por investigaciones efectivas en delitos graves y la reparación integral de los derechos humanos, ejerciendo así su influencia en el derecho del siglo XXI.

Más allá de su trayectoria profesional, Don Sergio fue un hombre de familia, un ser humano generoso y cercano a quienes buscaban su consejo. Tuve el privilegio de conocerlo y de él aprendí la pasión por el estudio de los Derechos Humanos y su doctrina humanista, que influyó profundamente en mi desarrollo como abogado.

Para mí, Don Sergio fue y seguirá siendo un modelo a seguir como jurista. En 2017, a través de la Dra. Eréndira Noemí Vázquez Ramos, su secretaria particular, le pedí que prologara el libro “17 Ensayos para el Centenario de la Constitución Colimense de 1917”, coordinado por el Lic. Gilberto García Nava, y aceptó amablemente. Estoy profundamente agradecido por sus consejos y los mensajes que me escribía cada vez que le enviaba alguna de mis obras.

Recuerdo especialmente un correo muy emotivo que me envió, cuando le compartí mi libro electrónico “Democracia Transformadora”. Me llamó por teléfono para felicitarme e invitarme a seguir escribiendo. Esos gestos de atención son ejemplos palpables de su generosidad y su compromiso con la educación y el desarrollo jurídico en México.

El Dr. Sergio García Ramírez fue, indudablemente, una gran persona y un humanista excepcional. Será recordado por futuras generaciones como un ser humano que dedicó su vida a construir un mundo mejor a través de las letras, imponiendo el deber del Estado de proteger la dignidad humana.

Su incansable labor por la democracia y el respeto a los Derechos Humanos ha dejado una huella importante, tanto en la jurisprudencia de nuestro sistema de justicia, como en el sistema interamericano y, por supuesto, en los corazones de aquellos que tuvimos el honor de conocerlo.

Nosotros, los abogados y abogadas de finales del siglo XX y principios del siglo XXI, así como las futuras generaciones de juristas, continuaremos estudiando su pensamiento. En cada sentencia que dicten nuestros tribunales nacionales e internacionales, se aplicará su doctrina.

Hoy, al recordar a Don Sergio, renovamos nuestro compromiso con los ideales que él encarnó: la justicia y la inquebrantable defensa de los derechos humanos. Nos despedimos de un gran hombre, pero su espíritu y legado perdurarán, guiándonos en nuestro camino, hacia un futuro donde la justicia y la dignidad humana prevalezcan.

Su vida es un faro de inspiración y un recordatorio de que el verdadero poder del derecho, reside en su capacidad para servir a la humanidad. Gracias, Don Sergio, por todo lo que nos enseñó. Su recuerdo y legado vivirán por siempre en aquellos que, inspirados por su ejemplo, siguen luchando por un mundo más justo.

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