Desde la primera Constitución de México en 1824, nuestra democracia representativa ha enfrentado desafíos. A pesar de los avances y su esfuerzo por consolidarla, aún no se ha logrado plenamente.
La democracia representativa, adoptada tras nuestra independencia, ha sido marcada por el legado de ideas liberales y conservadoras.
Hoy esa representación debe modernizarse y practicar una democracia deliberativa, donde sea la voluntad popular, “bien informada” la que marque la pauta el destino de México.
Una sociedad bien informada es consciente de que posee el poder y reconoce que sus representantes deben ejercerlo en nombre del pueblo, garantizando que su gestión contribuya positivamente al desarrollo común.
Esta sociedad se caracteriza por ser crítica y exigente, interviniendo activamente para corregir cualquier desviación en el uso del poder. Es una comunidad proactiva, defensora tanto de los derechos individuales como colectivos, y actúa de manera preventiva y correctiva. Se empodera progresivamente y jamás cede por completo su poder a los representantes elegidos.
En la Constitución de 1857, el liberalismo definió nuestro rumbo político, protegiendo los derechos humanos. Sin embargo, surgieron demandas sociales no atendidas desde la independencia mexicana.
Esto llevó a la creación de la Constitución de 1917, intentando establecer un sistema político-electoral ordenado, pensando en el interés colectivo. Un sistema electoral, donde los partidos y todo el sistema solo trabajaría para democratizar al país con acciones enfocadas únicamente de beneficio social.
Nuestro sistema democrático es representativo. Elegimos servidores públicos que deben actuar para beneficio colectivo. Según los artículos 39, 40 y 41 de la Constitución, el pueblo es la fuente del poder. La legitimidad de los servidores públicos depende de que beneficien a la sociedad cuando ejercen su función.
Sin embargo, muchas veces, la sociedad no se siente representada por quienes están en el poder, lo que ha generado una crisis en el sistema de partidos y en las instituciones principales del país. Hay una desconexión entre la representación establecida en la Constitución y la realidad.
Frente a esto, es crucial adoptar la democracia deliberativa. Este enfoque permite que la sociedad participe más en la toma de decisiones, no solo eligiendo representantes, sino también influyendo en las políticas a través de un diálogo continuo.
También lograríamos acortar la distancia de desconexión entre los intereses de la sociedad y lo que hacen quienes nos representan. Pues ahora, nuestros representantes harían lo que la sociedad organizada les marque como línea de actuación y se les diría que no actúen a nombre propio o de partido, sino más bien, a nombre de la sociedad y únicamente, sus acciones deberán ir encaminadas al bien de ésta.
Para lograrlo, se tendría que trabajar en la cultura de la participación política en el seno de la sociedad, luego adoptar un mecanismo eficaz para que los representantes sociales obtengan como fuente de actuación, solamente las ideas del debate deliberativo. Lo que indica que necesitamos un sistema de servidores públicos entre ellos los electos por voto popular, profesionalizado y que sepa entender al pueblo y además independencia para actuar a nombre de la sociedad.
El sistema de partidos es crucial en nuestra democracia representativa. Éstos deben ser voceros de la sociedad, pero captando el pensamiento colectivo. Una sociedad bien informada es esencial para una democracia funcional.
Para lograr esto, necesitamos una sociedad educada en cultura política democrática. Una sociedad que no discute ideas, que sufre injusticias y carece de servicios básicos, no puede fortalecer su democracia. Es vital mejorar la educación, la justicia, la economía y reducir la impunidad y la corrupción.
La democracia deliberativa requiere un Estado que facilite una sociedad bien informada. Esto implica una educación que promueva valores democráticos, como parte de un estilo de vida democrático, según el artículo 3º de la Constitución.
Por ello, México necesita un cambio hacia una democracia deliberativa. Esto significa fortalecer la comunicación entre la sociedad y sus representantes y fomentar una cultura política robusta. Solo así podremos tener un país más justo, representativo y alineado con las necesidades de su gente.
Lic. Ángel Durán Pérez
Asesor Jurídico de Víctimas (ASVI) Contacto: abogadoangel84@gmail.com