El lunes 20 de enero se espera que Donald Trump no sólo se inaugure como nuevo presidente de Estados Unidos, sino que firme hasta 100 órdenes ejecutivas en temas económicos y sociales. De especial importancia para México serán las órdenes en materia de aranceles y de migración, que podrán tener un efecto directo en el bienestar de muchas familias Mexicanas.
Pero habrá que descifrar cuáles son las órdenes que son meramente declaratorias, sin impacto real; las que son importantes a largo plazo, pero de poco impacto directo, y las que sí tendrán un impacto inmediato. Dicho de otra forma, habrá que distinguir entre el ruido y la realidad.
En temas económicos, es muy probable que haya órdenes que impongan aranceles en ciertos bienes o las importaciones de ciertos países o regiones (México y Canadá, Unión Europea y China, en especial). Pero habrá que ver si se implementan de inmediato o se proponen para el futuro, y qué incluyen en realidad. Si son promesas de futuros aranceles, habría que verlos más como estrategia de negociación que un hecho consumado. Si bien es cierto que Trump cree en los aranceles como una estrategia económica para proteger a la industria estadounidense, también los usa para el combate diplomático, lo cual es un propósito distinto.
En temas migratorios, es muy probable que cierre el acceso al asilo en la frontera común con México, al estilo Título 42, que amplíe el número de migrantes indocumentados que son blancos para la deportación y declare que los hijos de indocumentados no son ciudadanos del país. El cierre al asilo sí tendría un impacto directo, y estaría acompañado del cierre del sistema de CBP One, que facilita citas para cruzar la frontera. Ya que el número de migrantes de otros países transitando por México es relativamente bajo, no tendría un efecto tan dramático como en otro momento, y de todos modos seguirán intentando llegar por vía irregular algunos migrantes de forma escondida.
Las deportaciones, en cambio, tomarán tiempo para realizarse. Hay que tomar las órdenes respecto a las deportaciones en serio, pero saber que la mecánica para identificar y remover del país a los indocumentados no es tan fácil de echar andar y probablemente los números al principio sigan siendo bajos. Habrá algunas acciones de alto impacto sin duda —redadas en lugares de trabajo o golpes contra algún grupo criminal con integrantes indocumentados—, pero va a tomar semanas, si no es que meses, para notar la diferencia en los números totales deportados.
Sin embargo, una vez echada a andar, la maquinaria de la deportación podría llegar a ser notable, aunque nunca en las cifras que han anunciado Trump y algunos de su asesores. La mayoría de indocumentados están muy integrados en el país y difíciles de localizar, pero sin duda habrá un temor fundado de que los encuentren. A la mayoría, no les pasará nada, pero el número total deportado probablemente sí incremente notablemente, año por año.
Finalmente, otros temas como no reconocer a los hijos de indocumentados como ciudadanos son mucho más simbólicos que reales. La constitución es clara en Estados Unidos sobre este tema: toda persona nacida en Estados Unidos es un ciudadano. Desde luego, es un tema que se puede dirimir en los tribunales, y la Suprema Corte tiene facultades para reinterpretar la constitución, pero eso es un proceso más largo y menos probable de cambiar.
Hay otros elementos que causarán mucho ruido el lunes. Trump quizás declare un estado de emergencia por la llegada de indocumentados, lo cual le permite usar fondos y quizás recursos de las Fuerzas Armadas para temas migratorios. No es un tema menor, pero tampoco implica el uso del ejército en tareas de detención de migrantes indocumentados. Las Fuerzas Armadas nunca han querido participar en esfuerzos domésticos policiacos y resistirán cualquier esfuerzo con Trump, aunque quizás terminen al final cediendo un poco y acepten jugar algún rol secundario en transporte u otra tarea que coadyuvar a las fuerzas civiles. Pero esto no se sabrá el primer día, pues será una negociación.
Habrá un giro dramático el 20 de enero en las políticas públicas del gobierno de Estados Unidos en cuanto Trump jure como presidente. Sin embargo, habrá que distinguir entre las decisiones que tendrán un efecto inmediato, las que necesitarán tiempo para tener un impacto real y otras que serán debatidas y negociadas a mediano y largo plazo. Estamos avanzando por un camino nuevo, y sólo el tiempo nos dirá dónde termine ese camino.
Presidente del Instituto de Políticas Migratorias. @SeleeAndrew