La administración del presidente Andrés Manuel López Obrador ha sido, en general, muy pragmática en temas de migración, buscando conciliar posturas humanitarias y de control en un esfuerzo por equilibrar sus relaciones con los gobiernos de Estados Unidos y de los países latinoamericanos.
El gobierno mexicano también ha jugado un papel importante, si bien a veces contradictorio, en el proceso de ordenar la migración irregular en el hemisferio. Ha insistido con el gobierno de EU que abra más canales legales para los migrantes, lo cual ha tenido un efecto crítico en decisiones del gobierno vecino en abrir más de medio millón de entradas legales nuevos al año, a cambio de que ese gobierno también puede regresar a nacionales de algunos países a México.
Los esfuerzos de control migratorio en la frontera sur y dentro del país han sido necesarios frente a la migración irregular, pero la capacidad institucional del Instituto Nacional para la Migración (INAMI) y otras instituciones del Estado no ha estado al tanto del desafío, como se demostró en el incendio que tomó la vida de 40 migrantes y puso al descubierto el lado oscuro de la política migratoria mexicana. Las políticas migratorias han sido más reactivas que proactivas. Cada vez más necesidades en el mercado laboral mexicano que podrían beneficiarse de mano de obra extranjera... El reto es una estrategia pensada y bien diseñada que puede beneficiar a México y los mexicanos en los años que viene. Andrew Selee. Presidente del Instituto de Políticas Migratorias