Las relaciones internacionales en el 2022 han estado marcadas por el conflicto entre Rusia y Ucrania. La difícil vecindad de Ucrania con Rusia presenta complejidades paralelas a las de todo país que comparte frontera con una potencia.

Si bien, Rusia aún conserva una economía de post-Guerra Fría, también es cierto que es una potencia militar y por lo tanto su política exterior contempla el fortalecimiento de su zona de seguridad. Por su parte, la historia de Ucrania -al igual que la de México- se ha caracterizado por la búsqueda de un equilibrio para conjugar pragmáticamente sus intereses nacionales con el contexto internacional y la vecindad con una potencia.

En el caso de Ucrania, la lucha por su independencia se remonta a finales de la Revolución Rusa, logrando un éxito que duró poco tiempo, ya que se incorporó a la URSS en 1920. Luego de la disolución de la URSS, Ucrania se torna un país independiente, pero para el imaginario ruso este territorio es parte de su país. Lo anterior, no es sólo un hecho político, sino que está enraizado en la cultura rusa y, es importante señalarlo, también de algunos ucranianos. La composición de muchas familias en ambos lados de la frontera es binacional, ruso-ucranianas, y no existen grandes diferencias entre los habitantes de ambos Estados.

En el caso mexicano, vemos algo similar a lo que ocurre en el este europeo. Luego de superar la amenaza de la reconquista por parte de España, México tuvo que enfrentar que su vecino del norte, se convertía en una potencia y en una amenaza para su integridad territorial y su soberanía.

Todos los países tienen el derecho de decidir el rumbo de su política interna y externa. Sin embargo, dadas las asimetrías de poder, lamentablemente esto no sucede en la práctica y, pensar en la independencia del actuar internacional resulta carente de realismo.

El ejercicio de ignorar la vecindad con una gran potencia, puede resultar fructífero cuando se trata de temas que no representan el interés de la misma, pero cuando se trata de temas como la seguridad, esto sugiere un alto precio. Lo anterior le ocurrió a los ucranianos, cuando en un afán de mayor integración con la Unión Europea derrocaron al presidente prorruso Viktor Yanukovich, Rusia respondió con la anexión de Crimea en el 2014. Las cosas no han cambiado mucho para Ucrania, en el 2019 fue electo el Presidente Zelensky, quien confiando en su carisma, popularidad y cercanía con el gobierno estadounidense de Donald Trump, decidió azuzar al gigante y manifestar su interés por integrarse a “líneas enemigas” de Rusia, formando parte de la OTAN. ¿Cuál fue el resultado de estas acciones? Todos lo hemos visto, una guerra en territorio ucraniano, que a todas luces es una violación del Derecho Internacional por parte de Rusia.

Hoy el Presidente Zelensky, se ha vuelto una especie de “héroe” tras negarse a abandonar Ucrania y responder a la propuesta de evacuación de EUA con la frase "Necesito municiones, no un aventón". En mi opinión, además de las causas (condenables todas) que se mencionan de la guerra en Ucrania, considero que se debe sumar la falta de responsabilidad, negociación y estrategia geopolítica del líder ucraniano.

Tomado como base lo que actualmente vive Ucrania, vale la pena reflexionar sobre la importancia de una estrategia de política exterior instrumentada desde la más alta diplomacia, sobre todo en este momento en el que México atraviesa por uno de los peores momentos en la escena diplomática.

Los juegos discursivos, la altanería, la soberbia, los comunicados groseros, nombramientos diplomáticos ofensivos, más allá de ofrecer un espectáculo mediático que borra temas de relevancia, tienen un impacto en las relaciones internacionales de un país. En tiempos violentos, en tiempos de guerra, la falta de pericia y la irresponsabilidad de un mandatario en la conducción de la política exterior de un país, es un asunto que hay que tomar en serio, sobre todo cuando se tiene una vecindad asimétrica.

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