Por fin se llegó el martes después del primer lunes de noviembre del 2024, es decir, el día señalado para realizar las elecciones de Estados Unidos. Luego de un complejo periodo de campañas, nuevamente Donald Trump resultó presidente.
Los problemas de salud de Biden hacían difícil pensar que podría ganarle a Trump, sin embargo, el cambio de candidatura y la llegada de Kamala Harris, refrescaron la campaña y animaron a los donantes del partido demócrata. Algunas encuestas le daban el triunfo con poco margen a Harris, pero finalmente los esfuerzos y el tiempo de campaña no fueron suficientes para debilitar la popularidad de Trump.
Hay que reconocer la capacidad de viraje comunicacional que ha tenido Trump y su equipo, ya que difícilmente un candidato podría resistir cuatro juicios y una sentencia de culpabilidad sin afectar su base dura de votantes, Trump lo logró e incluso aumentó su número de votos respecto a la elección pasada.
La cerrada elección que pronosticaban las encuestas, no se cumplió. El candidato republicano ganó con una diferencia considerable respecto a su contrincante demócrata. A diferencia de las elecciones del 2016, en las cuales ganó por el voto electoral, esta vez Trump gana por el voto directo y a pesar de su discurso misógino, racista, xenófobo y ultraconservador, fue elegido por el voto de latinos, mujeres, jóvenes, profesionistas, ricos y pobres. En general Trump llega cómodo y sin ningún freno para que su discurso se transforme en acciones de gobierno.
Los futuros miembros que suenan o se han confirmado para su gabinete expresan una total coherencia con sus líneas programáticas. La mayoría de los y las aspirantes se han manifestado en contra de la migración, de China, de la ayuda a Ucrania y a favor de Israel.
Dos de las figuras más importantes para articular la política exterior estadounidense son el vicepresidente y el secretario de estado, cargos que estarán en las manos de JD Vance quien abiertamente ha dicho en foros internacionales que busca detener el apoyo a Ucrania y ha usado como bandera de sus campañas el odio contra los latinos y, especialmente hacia México. Por su parte, el legislador Marco Rubio ha señalado a China como una de las más grandes amenazas de EUA. El republicano ha sido uno de los personajes más incomodos para el gobierno de AMLO, al denunciar constantemente su falta de compromiso y fallidas estrategias para frenar al crimen organizado. Además, constantemente ha señalado la presencia y vínculos del terrorismo en América Latina, especialmente de Hezbolá en países como Chile.
A estos nombramientos se suman los refuerzos en materia de seguridad, Tom Homan, el “zar de la frontera” será encargado de inmigración y Mike Waltz fungirá como asesor de seguridad. Homan y Waltz comparten una visión de criminalización de la migración y son partidarios de la “mano dura” para combatir la migración y el narcotráfico, males que llegan a su frontera por México, por lo que en varias ocasiones han juzgado de ineficientes las acciones del gobierno mexicano e incluso lo han acusado de favorecer a los cárteles.
La presidenta mexicana Claudia Sheinbaum ha mencionado que espera tener una “buena relación” con Donald Trump, lo cual es posible si se cede a sus amenazas, como ya se hizo en el pasado al enviar a la Guardia Nacional a frenar las caravanas migrantes en la frontera sur para evitar un incremento de aranceles.
Con respecto a las declaraciones de los republicanos, que acusan al gobierno mexicano de favorecer el fortalecimiento de los cárteles de narcotráfico, la presidenta optó por pedirles pruebas y si no, Sheinbaum aplicó la estrategia de política exterior de su predecesor “la política de solicitud de disculpas”.
Es muy pronto para evaluar si el gobierno de México está preparado para enfrentar a este renovado Trump, pero las cosas no se ven fáciles. Los duros personajes que forjarán este nuevo gobierno estadounidense no parecen dispuestos a pedir disculpas y, sí a tomar medidas y políticas unilaterales e impositivas. Varias dudas me asaltan sobre la simetría o asimetría de ambos gabinetes, por ejemplo: ¿Cuál será la postura de México? ¿Cederemos a las amenazas? ¿Nuestro gabinete está a la altura para dar la pelea? ¿Cuántos mexicanos esperan que Trump intervenga directamente para poner freno al narcotráfico?
Se escuchan tambores de guerra a los lejos del río Bravo, ojalá que los vientos lleven el rumor hasta Palacio Nacional y se preparen para la batalla del 2025, no se cómo, no veo quién, pero espero que se prepearen porque el trumpismo viene recargado.